COMUNICABILIDADES
Según la teoría de la comunicación, los dos actores básicos de todo proceso “dialógico” son el emisor y el receptor.
La figura del “receptor” se asocia con un sujeto pasivo que sólo recibe informaciones y que (por lo general) no responde, no se comunica, no replica.
Un ejemplo: cuando un locutor de radio o un presentador de televisión saludan, los oyentes o televidentes que están en casa (o en otro lugar) nunca responden el saludo. ¿O usted lo hace? Seguro que no. ¿Por qué? Porque usted asume el rol de “receptor”.
Otro ejemplo: cuando usted ingresa a un taxi, minibús o cualquier medio de transporte, saluda (educadamente) pero no todos responden el saludo (a veces nadie responde). ¿Por qué? Porque los pasajeros están acostumbrados a recibir informaciones o saludos… sin responder. Son perfectos “receptores”.
En cambio la figura del “emisor” se asocia con un sujeto activo que emite permanentemente mensajes y que no necesariamente espera una respuesta del receptor para seguir emitiendo.
Si trasladamos estos criterios a la relación “informadores-oyentes” o “informadores-televidentes”, nos damos cuenta que los profesionales que trabajan en los medios son unos emisores voraces que no paran de hablar, en cambio los oyentes son unos receptores pasivos que no paran de escuchar.
Esta desproporción en el intercambio de mensajes tiende a equilibrarse gracias a las nuevas tecnologías de comunicación. Las redes sociales están borrando las líneas que separan a emisores y receptores. Ahora todos pueden jugar en los dos roles, por esta razón ya no hablamos de informar, sino de compartir la información.
(*) Director ejecutivo de Xperticia. Empresa de Capacitación y Asesoramiento en Comunicación.
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