Las informaciones que se logró obtener de la Asamblea Departamental respecto a la explotación minera en el Illimani no pueden ser más contradictorias. El origen de la toma de medidas para proteger a esta emblemática montaña fue el proyecto de ley de un asambleísta. Antes de que ingrese a consideración fue rechazado porque podía perjudicar a las cooperativas mineras que operan en esos parajes.
No obstante, de algún modo vuelve el tema sobre el tapete. Se dice que se encuentra en socialización, pero ya no alrededor del Illimani sino de muchos otros nevados del departamento de La Paz (Mururata, Huayna Potosí, Illampu, etc.), socialización que comprende a las comunidades aledañas respectivas. De hecho, se trata de una labor ardua, difícil y se duda que pueda ser cubierta, más aún si queda a cargo de los propios asambleístas. Sobre el proyecto actual que no recoge normas de protección contra la explotación minera, sino solamente declaratorias de “patrimonio”, recayó un informe de comisión calificado de contradictorio, mientras algunos asambleístas manifiestan que el pleno no conoce el trámite en cuestión.
Entretanto, labores de investigación de EL DIARIO en las reparticiones oficiales de la materia han establecido que sí existen diversas empresas y cooperativas en plena actividad en vastas cotas del Illimani. En cuanto a los datos de los parajes y concesiones, cuadrículas, propiedad, etc., la Autoridad Jurisdiccional de Administración Minera se niega a proporcionarlos, aduciendo reserva. Lo cierto es que la explotación comprende empresas propiamente dichas (algunas chinas), tanto nacionales como extranjeras o asociadas entre sí, y otras calificadas como “bolivianas”. Este eufemismo encubre que se trata en realidad de cooperativas mineras de explotación rudimentaria y ampliamente contaminante del medio ambiente.
Cuando La Paz se encontraba con escasez y racionamiento de agua, visitas al lugar comprobaron que precisamente la actividad cooperativa contaminaba en gran medida las lagunas y represas que en parte dotan de agua a la ciudad. La adulteración de las aguas que descienden del nevado ha ocasionado el día 10 de abril pasado una ruidosa marcha -se dice- de 90 comunidades campesinas situadas en las faldas del citado portento natural, para protestar por la contaminación que sufren sus cultivos de vegetales. Lo anecdótico de esta marcha es que tan sólo exigía la reversión de tres compañías y guardaban silencio con respecto a las cooperativas. Inclusive parecería que los gestores y participantes eran los propios cooperativistas, en una acción anti competencia. En cuanto a las empresas, se sostenía que las sacarían a “chicotazos”. Otros explotadores que no pertenezcan al “lugar” correrían la misma suerte. No hay duda que nos encontramos ante la lucha de intereses creados, con el disfraz de distintos pretextos y ambigüedades de la Asamblea Departamental. Lo claro es que el destino del Illimani se dibuja idéntico al del Cerro Rico de Potosí que se desmorona día a día por la desmedida y agresiva saca de minerales, sin que alguna autoridad se conmueva. ¿Dónde están los paceños de antaño?
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