Indigenismo pro-fondo

Debemos convenir en que no es insignificante el campo minado que van dejando los socialistas del Siglo XXI, tras su abrupta retirada del poder de aquellos países que desgobernaron durante casi dos décadas, especialmente en lo que a la economía se refiere.

Gradualmente se van desvelando en países como: Brasil, Venezuela, Argentina y otros, las siderales sumas de dinero expoliadas a sus pueblos por una banda de corruptos que, para cumplir su vil cometido, se presentaron ante ellos con el disfraz de humildes originarios; “única reserva moral de la humanidad”; y fieles cancerberos de su patrimonio. De esta manera abusaron de la ingenuidad de ellos, sumiéndolos en la más desesperante condición de hambruna y miseria.

Este pasado fin de semana, el Fiscal general del Estado dio un informe sobre el trillado caso del “Fondo Indígena”, aclarando que no existe persecución política, sino que se está persiguiendo delitos de corrupción y enriquecimiento ilícito de personas que han afectado al Estado, recibiendo dinero en cuentas particulares, y presentando proyectos absolutamente inexistentes.

Si bien es laudable la actitud del Fiscal del Estado de exponer públicamente los delitos que la opinión pública conoce desde hace dos años, haciendo el papel del abogado del diablo, creemos más bien que la preocupación del pueblo se concentra ahora en rastrear el destino de esos dineros extraídos de las arcas públicas, y procurar que éstos sean devueltos a su legítimo propietario, el Estado boliviano, sin tener que esperar la autorización de Dña. Nemesia Achacollo, a quien el Congreso le dio su voto de confianza, un 13 de marzo de 2015, de Dña. Julia Ramos, Jorge Choque, Felipa Merino, Melva Hurtado, Remy Vera o Damián Condori y demás bandidos que integran esta pandilla.

Según denuncias de la oposición y de dirigentes disidentes del actual gobierno, una gran parte de esos recursos mal habidos ha ido a parar a las cajas del MAS, para subvenir los gastos de sus campañas electorales y actos proselitistas. De ser ciertas dichas afirmaciones, se confirmaría el acatamiento estricto a una estrategia regional superior, consistente en acumular fondos necesarios para futuras contingencias. De otra manera, sería imposible explicar las dispendiosas manifestaciones que se realizan casi cotidianamente en Argentina y en el Brasil, a cargo de dirigencias sindicales y obreras adictas a los gobiernos que perdieron el poder y con él, las fuentes de recursos económicos oficiales.

Si bien es cierto que lo del Fondo Indígena no es el primer caso de corrupción en los casi 10 años que este gobierno lleva en el poder, no es menos cierto que gran parte de las organizaciones que dan sustento al partido oficialista se han visto seriamente salpicadas por esta pandemia.

Las consecuencias de este fenómeno podrán detectarse claramente en la reacción popular, al tiempo que se quiera modificar la Constitución Política del Estado en busca de una nueva reelección presidencial, en cuyo caso ya no valdrá la muletilla del pachamamismo, ni del indigenismo pro-fondo.