[Armando Mariaca]

Corrupción anula conciencias y destruye virtudes y países


Es increíble cómo, en la historia del ser humano, se repiten las conductas y hechos contrarios a los derechos humanos y que combaten las libertades y la justicia, hacen escarnio de la democracia y vulneran disposiciones claras que deben respetarse. Así están los casos de gobernantes arbitrarios, regímenes totalitarios y dictaduras que no trepidan ante nada tan sólo para satisfacción de sus instintos y conseguir más poder político y económico.

En muchos países del orbe han surgido siempre dictaduras y nuestro continente no ha sido la excepción, es así que, para no ir más atrás, Argentina, Paraguay, Brasil, Ecuador, Bolivia, Haití, Nicaragua y otros han sufrido la presencia de dictaduras y totalitarismos que han causado sufrimientos, muertes, depauperación económica, persecución política y arbitrariedades de toda naturaleza; pero, examinar cada uno de los casos implicaría mucho espacio en las páginas de los diarios y, para colmo de males, está el caso de Venezuela, patria del Libertador Bolívar, que sufre en los últimos años, la tiranía de Nicolás Maduro que, conjuntamente el ejército venezolano, tiene sojuzgado al pueblo y no obstante ser un país rico en petróleo y gas que le permite contar con millones de dólares diarios, pasa hambre y necesidades, sufre la carencia de medicamentos y artículos de primera necesidad. Un pueblo siempre merecedor de lo mejor que puede proporcionar la tecnología y la producción de bienes de uso y consumo vive pendiente de que termine su largo calvario que se inició con el régimen de Hugo Chávez Frías que, durante mucho tiempo, sojuzgó al pueblo e hizo escarnio de la institucionalidad hasta dejar como su heredero -digno y franco imitador de sus grados de insanía- a quien fue su estrecho colaborador, Nicolás Maduro, un hombre sin principios ni moral, un ser que no tiene noción de lo que es caridad, equidad, ecuanimidad y justicia.

Cada dictadura, a su turno, prácticamente en muchas de las naciones nombradas, colocó a sus países en la circunstancia de clamar por sus libertades y reconquista de sus derechos constitucionales y legales; lamentablemente, no siempre fue a tiempo que se encontraron los caminos que, en democracia, es posible vivir en libertad y con justicia.

Venezuela es, con el desgobierno de Nicolás Maduro, el caso más patético porque el presidente se ha erigido en dueño y señor atenido a que es un caso psico-patológico que quiere más poder con más corrupción y atentados a la vida y derechos de los venezolanos. El régimen ya sobrepasó los 60 muertos, centenares de heridos en manifestaciones de protesta que protagoniza el pueblo en todo el territorio; el hambre y las necesidades de lo más urgente y necesario produce angustias; pero, lo más grave es que el régimen no acepta llamar a elecciones con miras a elegir nuevos gobernantes y hacer que la institucionalidad vuelva al país; pero, Maduro, tan sólo para satisfacer su egolatría, declara su intención de llevar a cabo una constituyente “para el reinado de la democracia, restitución de todos los derechos del país que sufre atentados de imperialismos e intromisión extranjera”.

Venezuela es el típico caso de sufrimiento por causa de la corrupción de valores, el imperio de la tiranía y del abuso más radical de los poderes. La corrupción se ha convertido en norma de vida de quienes gobiernan o tienen algo que ver con el régimen, está inmersa en todo y, con esa condición propaga males que destruyen al país, lo desacreditan y lo hacen vulnerable; la corrupción se apoderó de las arcas fiscales hasta disponer de todo ingreso en favor de áulicos y propaladores de la “revolución del Socialismo del Siglo XXI” aún constando al mismo régimen venezolano que el socialismo comunista ha fracasado rotundamente en todo el mundo. Los pueblos sojuzgados por el socialismo comunista tanto en Europa como en Asia, África y América Latina tienen convencimiento absoluto de lo que Winston Churchill, gran político inglés, calificó como: “El Socialismo es la filosofía del fracaso, el credo la ignorancia y la prédica de la envidia, su efecto permanente es la distribución igualitaria de la miseria”.

Venezuela, conjuntamente los países del mundo, tiene la solidaridad y el apoyo de la mayoría de los países del orbe porque hay conciencia en ellos de que las libertades, la democracia y la justicia conjuntamente los derechos humanos no pueden ser vulnerados eternamente. Así, el caso venezolano prueba que, cuando los países son víctimas de gobiernos corruptos, se destruyen virtudes y naciones, se sojuzga a la población y se olvidan principios que son patrimonio de la humanidad.

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