Se dice que el verdadero presidente de Venezuela es Raúl Castro y que Maduro es un procónsul… lo que quizá sea, aunque intriga ver la porfía de éste de no llamar a elecciones que legitimen su mandato o lo terminen. Utilizó la Corte Suprema para reducir la oposición del Congreso Nacional elegida por el pueblo en diciembre de 2015. ¿Será Maduro subordinado y por lo tanto otra víctima del penoso acontecer de la patria de Bolívar? Sus discursos son para los suyos que cada vez son menos; las recientes encuestas dan un veinticinco por ciento a su favor. Es imposible que Maduro no lo sepa.
Cuando el precio internacional del barril de petróleo estaba a más de UDS$100 y Hugo Chávez necesitaba aliados, los Castro, a cambio de petróleo y oído, le mostraron la táctica y la estrategia totalitarias que sirvieron al venezolano para crecer en ego, ambiciones y acciones que situaron a Venezuela, que no es isla, en el camino a un socialismo de museo donde hoy los esqueletos vociferan incomodidad porque en sus dependencias no cabe más ignominia y queja masiva del pueblo que se estruja y gime ante el combo incesante de policías, ejército y hueste cubana ¿e iraní? (el vicepresidente es de extracción iraní) y quizá soliviantada por Rusia, mientras el pueblo de Antonio José de Sucre se manifiesta y hasta muere pidiendo, libertad, comida y elecciones presidenciales.
Hace dos semanas el presidente Maduro anunció la convocatoria a una asamblea para reformar la Constitución aclarando que la mitad de los asambleístas serían elegidos del gobierno lo que le aseguraría control de la asamblea… que como primera medida decretaría la disolución del Congreso nacional de modo que el Estado sin elecciones libres tomase el poder absoluto ¿a lo Cuba? La reacción del pueblo que quiere recuperar su autonomía ha sido manifestarse diariamente por miles y en varias partes del país. Pero la represión policiaco-paramilitar, acusada en varios de sus rangos mayores de narcotráfico, se defiende brutalmente porque de perder les significaría juicios y condenas.
Si el clamor del pueblo es el clamor de Dios, queda claro que el demonio está en minoría. Pero minoría que detenta el poder y lo esgrime cruelmente. Aunque el dios Cromos está de parte de pueblo hambriento, desesperado y sepulturero de víctimas de las fuerzas de choque de un régimen poco venezolano… en una Iberoamérica que contempla, sufre y se acalambra ante la ausencia de medios legales regionales que deberían existir, o ejercerse mejor dicho, para solucionar el problema del pueblo de Venezuela y de toda Iberoamérica. Solo el Secretario General de la OEA y el voto de sus delegados han mostrado sentido común al respecto, pero la jurisprudencia internacional se muestra inepta para hacer respetar los derechos humanos. Hasta la organización africana occidental hizo más internacionalmente hace un año al deponer al dictador Yahya Jamme de Gambia al ver éste la determinación de los presidentes de naciones vecinas que lo hicieron renunciar.
Hoy en Venezuela hay campos inmensos de tierra fértil, sol, agua y gasolina al equivalente de un centavo de dólar el litro, la más barata del planeta, lo que debería representar una oportunidad para los agricultores, pero éstos no siembran porque el control de precios ha sido diseñado por políticos y no por economistas por lo que no hay dólares de importación de insumos del campo y por lo tanto no hay cosechas lo que resulta increíble en un país que en su momento exportó productos agrícolas. Pero sí hay diarias manifestaciones de descontento y represión de, insisto, no solamente policías venezolanos sino también cubanos… mientras se registra el índice de criminalidad más elevado de la historia entre una población que en promedio nacional ha perdido peso en forma alarmante… y tiene hambre. Una buena noticia es que parece que algo de tropa cubana acaba de dejar Fuerte Tiura y está, en La Orchila, ¿rumbo a Cuba?
El autor es miembro de número de la Academia Boliviana de la Lengua.
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