Mi promesa al Gran Poder

Nunca me imaginé que a mis años yo estuviera prometiendo algo a alguien, pero la vida se encarga de imponernos ciertos retos o acciones, como sucedió en pasados días cuando me vi trasportado en motocicleta al templo de Jesús del Gran Poder, mientras mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo me imponía la obligación de formular una nueva promesa al milagroso Señor del Gran Poder, consistente en bailar este año y tres más en su festividad.

Concluido mi diálogo con la divinidad, comencé a dialogar con la periodista cochabambina, a quien me permití recordarle mi edad y mis pocos aprestos físicos para participar de la farándula folklórica más grande de la ciudad de La Paz, y sin tomar en cuenta los gastos que ello representaría.

La periodista, que es además mi pariente espiritual, me recordó que hace un año le prometía a la advocación bailar como perinola siguiendo los pasos de mi comadre Macacha que -como ustedes saben- es incansable para el baile y también es fiel devota del Jesús del Gran Poder, casi con la misma devoción con que trabaja todos los días en su labor periodística ante un personaje que cree ser dueño de todos los poderes en el país y que ejercitará su potestad, advirtiendo interiormente que él es otro dueño más del verdadero gran poder…. sino que lo diga el ex magistrado Gualberto Cusi, quien no reparó… en que un señor con grandes poderes no vacilaría en humillarlo, sentenciarlo y condenarlo.

La bambina cochabambina quiso enterarse de mi promesa a Jesús del Gran Poder, contestándole con rubor que idénticos pedidos había hecho y a otras advocaciones , como la Virgen de Urkupiña, la Virgen del Socavón, cometiendo así una flagrante traición, pues una debería ser fiel a una sola Virgen y también a una sola abogada celestial.

Prometiendo a todas mi devoción exclusiva, lo cual le pareció a Macacha una falta venial, después de la promesa, me sentí habilitado para el baile callejero que se realizará el día sábado, para lo cual tuve que conversar con los organizadores del evento, quienes me mostraron unos reglamentos muy severos que corrí a transmitirlos a mis amigos de la comparsa de Morenos que lleva por nombre “Los negritos simpáticos de Poto Poto”, los que me dieron a conocer la cuantía de mi aporte para participar de este homenaje a Jesús del Gran Poder, el cual consideré muy elevado, sin caer en cuenta que este festejo folklórico está reservado para los prósperos mestizos de esta ciudad, a los que me uniré con gran orgullo no solo para bailar sino también para emborracharme durante una semana.