Clepsidra
Mientras el piadoso alcalde musulmán de Londres, Sadiq Aman Khan, extendía su alfombra con vista a la Meca para elevar su última oración del día en este mes del Ramadán, en las céntricas calles de la capital británica y, a muy pocos metros de su santuario, tres de sus correligionarios, al grito de “Allah Akbar” (Alá es grande), se daban a la tarea de degollar personas inocentes, dejando a su paso un saldo de siete muertos y un medio centenar de heridos.
Sin el ánimo de ampliar la grieta religiosa con el Islam, abierta por el fanatismo de los fundamentalistas del ISIS, debemos convenir que las declaraciones del alcalde londinense tras el atentado, indicando: “que no había razón por qué alarmarse” fueron extremadamente desacertadas y sólo contribuyeron a aumentar la sospecha sobre una doble moral en su conducta, similar a la que mostró en su toma de juramento, como el primer alcalde musulmán de Londres, en una ceremonia que se llevó a cabo en la catedral de Southwark, un lugar de culto cristiano desde hace 1.000 años.
Aún está muy fresco en la memoria de los ingleses el atentado de Manchester, lo que contribuye a que se cumplan a cabalidad los objetivos de los perpetradores de semejante crimen, pues el terrorismo se nutre precisamente de ese estado de amedrentamiento que somete a toda una población por el miedo. Sin embargo, las reacciones del pueblo y sus autoridades policiales no se dejaron esperar y, mostrando una gran eficiencia, neutralizaron a los criminales pocos minutos después del atentado.
Como complemento a la política de erradicación definitiva de esta brutal amenaza, un conglomerado de países árabes hastiados con esta cadena criminal, integrado por Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein han decidido romper relaciones diplomáticas con el multimillonario Estado de Qatar, acusándolo de alentar el terrorismo por su apoyo al islam político y su comprobada complicidad con el gobierno de Irán. Dicha medida comprende, además, la inmediata suspensión de las vías de comunicación aérea, marítima y terrestre, para aislarlo por completo, ocasionando la caída de la bolsa y la baja del precio del petróleo.
Asimismo, Arabia Saudí ha prohibido el aterrizaje de aviones cataríes, así como el uso de su espacio aéreo y también que las aerolíneas saudíes vuelen a Qatar. La medida, secundada por Egipto, pone en graves aprietos a Qatar Airways, la segunda mayor compañía de la región y un conector muy importante para los vuelos regionales. Las compañías aéreas dejan de volar a partir de este día martes 6 de junio.
La acción concertada de estos países árabes nos traspone a la situación que los países latinoamericanos venimos enfrentando en el seno de la Organización de Estados Americanos, ante la pavorosa crisis humanitaria que vive la hermana república de Venezuela, por la pertinaz indiferencia de los autócratas que la gobiernan, sin poder alcanzar una solución satisfactoria al conflicto. Quizás la solución esté en replicar dichas medidas y aun remedando al Ramadán.
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