Las inversiones en un país significan desarrollo y crecimiento y mucho más en uno que, como el nuestro, se debate en la pobreza y aún por mucho tiempo permanecerá pobre y subdesarrollado, pese a los optimismos demostrados permanentemente por las autoridades de gobierno sobre las bonanzas de nuestra economía. Creer que las inversiones sean extranjeras o nacionales se producirán solamente por el interés de los poseedores de dinero o tecnología sin que haya las condiciones para ello, es pecar de optimismos exagerados.
Requerimos, y con mucha urgencia, inversiones con miras a crear riqueza con empresas de producción y de servicios que, a su vez, creen empleo. Para crear puestos de trabajo se necesita que haya personal capaz y experimentado, pero, lamentablemente, los índices de preparación de una buena parte de nuestra juventud no son los más aptos para que puedan especializarse tan solo con la tenencia de un trabajo y, en todo caso, precisan de cursos de especialización o mucho más, como ser mayor preparación en grados universitarios y para ello hay que crear condiciones.
En once años de gobierno del MAS, se ha perdido grandes oportunidades para las inversiones porque se ha creado trabas de todo tipo, empezando por las nacionalizaciones que no han significado ninguna buena condición o resultados efectivos y, al contrario, han despertado sospechas y susceptibilidades en los empresarios nacionales con posibilidades de invertir y han alejado a posibles inversionistas foráneos que no creen en las simples promesas de las autoridades en sentido de que “contarán con las debidas garantías y facilidades” al invertir en Bolivia. Esas garantías tantas veces anunciadas y si bien se ha aprobado una ley de inversiones, ella no puede ser puesta en práctica por las continuas declaraciones de autoridades de gobierno en sentido de que “se estatizará o nacionalizará o se confiscará tal o cual empresa” y también por existir la amenaza siempre latente de que “empresa que no cumpla con las regulaciones legales y con los trabajadores será confiscada en favor del personal”.
Inversiones implican crecimiento y desarrollo, creación de empleos y diversificación de la economía. Cuando una empresa es exitosa con sus inversiones y logra contribuir al desarrollo, automáticamente resulta un ejemplo para quienes tienen la intención de invertir; pero si las garantías son simples palabras huecas sin contenido de seriedad y responsabilidad son medios efectivos para desalentar a cualquiera. El gobierno tendría que aplicar, seria y responsablemente, políticas que permitan confianza y seguridad al capital y a la tecnología a invertirse en el país; de otro modo, ahondaremos mucho más las condiciones de ser pobres, subdesarrollados y dependientes.
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