comunicabilidades
(2da parte)
En mi anterior columna le sugerí a usted (amable lector y lectora) que haga un recorrido por los canales de TV locales para tratar de encontrar “programas inteligentes”. Y… ¿qué tal, cómo le fue, los encontró?
Espero que lo haya hecho, porque los hay, aunque cuesta hallarlos. Pero… ¿a qué podemos llamar programa inteligente?
De hecho, toda elaboración humana es inteligente, por ende todo programa de televisión necesariamente ha tenido que ser “pensado y producido” por un homo sapiens, sin embargo… sabemos que existen diferentes tipos de inteligencia y no todas del mismo nivel.
También sabemos que la mente es perezosa y le gusta recorrer los mismos caminos, o prefiere seguir los caminos que otros han recorrido previamente, a esto se llama la “ley del menor esfuerzo”.
Es decir, alguien decide producir un programa original para la TV y (a partir de esa idea primigenia) todos los demás repiten la fórmula hasta el cansancio hasta el punto de prostituirla y degradarla.
Entonces (si me están siguiendo), para que un programa sea realmente inteligente primero debe ser original.
Debe ser un programa que haga pensar a los televidentes, que los ilumine. Un programa que enseñe, que logré transportar el conocimiento de las personas del punto A al punto B.
Un programa que vaya más allá del “qué” y “cómo” ocurren los hechos y nos explique el “porqué” de los hechos.
A pesar de las profecías que señalaban que la TV se convertiría en una herramienta de educación, en la práctica se ha convertido en una máquina de evasión y entretenimiento pasivo, donde brillan por su ausencia los contenidos inteligentes.
(*) Director ejecutivo de Xperticia. Empresa de Capacitación y Asesoramiento en Comunicación.
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