Impuesto al consumo de bebidas alcohólicas

Las autoridades del Ministerio de Economía, en especial las del sector tributario, sería bueno que mediten sobre la posibilidad de imponer un impuesto al consumo de bebidas alcohólicas.

La producción industrial de las mismas tiene ya obligaciones en esta materia, de manera que no se la puede afectar con más imposiciones. En el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, en cambio, es posible.

Sin duda, al presente, existe la necesidad de reducirlo, una de estas posibilidades podría ser imponerle un impuesto municipal, de manera que sus efectos favorezcan a la realización de obras o servicios de carácter urbano y provincial.

Resultaría improcedente prohibir el consumo de las mismas, sólo quedaría alguna forma de reducir o atenuar el alcoholismo, puesto que en la mayor parte de las veces, el costo de las bebidas de preferencia popular es bastante accesible.

El canal de televisión Unitel presentó el miércoles en la mañana más de un caso de los alcances que está teniendo en La Paz el excesivo consumo de bebidas alcohólicas entre la juventud.

Los dos o tres casos que presentó al respecto no eran precisamente de personas adultas, sino de jóvenes, uno de ellos de un muchacho de apenas 15 años.

Sin embargo, hay algo más alarmante aún. Estos jóvenes inducen a sus enamoradas o amistades femeninas igualmente a beber hasta embriagarse. Obviamente, también son de tan corta edad como ellos.

Como quiera que la gente, salvo algunas excepciones, no dispone de mucho dinero para beber hasta el punto de embriagarse, la mejor forma de hacerle inaccesible al excesivo consumo de bebidas alcohólicas sería elevando su costo, lo que indudablemente reduciría el crecimiento que actualmente tiene.

Pero hay algo más preocupante todavía. La embriaguez ahora, aparentemente de manera invariable, conduce al consumo de estupefacientes, esto es a la droga. Hay gente adulta, pero también juvenil, que se acerca a las mesas de jóvenes que consumen bebidas alcohólicas para ofrecerles cocaína y marihuana, envueltas en pequeños sobres de papel sábana.

En el caso del consumo de bebidas alcohólicas hasta la embriaguez ocurre, por supuesto, con más frecuencia entre adultos. A éstos no se les puede hacer mayor cuestionamiento o apelar a su racionalidad. Pero suele tener resultados más graves aún.

Los maridos o amantes que beben hasta embriagarse pierden sus composturas normales, en muchos casos, cuando vuelven a sus hogares. Los más, sin duda, se duermen, pero no faltan aquellos que se convierten en verdaderas fieras y lo primero que hacen es golpear a sus esposas o parejas. Y no faltan los casos en que llegan inclusive al feminicidio, es decir a matarlas, sin considerar siquiera que lo hacen a la vista de sus propios hijos menores.

Por todo ello, la iniciativa de imponer una tributación al consumo de bebidas alcohólicas puede tener alguna racionalidad, básicamente con el propósito de reducir o impedir, que sería lo mejor.

El fácil acceso al consumo de bebidas alcohólicas, por sus precios que al parecer son bajos para los adictos, induce al alcoholismo.