“Ninguno”, no es blanco ni es nulo

En el tipo de elecciones como la que se viene en octubre para elegir magistrados, cuando se sabe que los candidatos serán designados previamente, antes de que el pueblo los elija, y cuando ninguno es aceptable, en la papeleta de sufragio debería existir un casillero que diga: “Ninguno”. Esta no es una genialidad nuestra ni mucho menos porque recordamos que en algún lugar del mundo se aplica, ahí donde existe una democracia suficientemente madura que puede suponer que entre los candidatos a determinadas funciones tal vez ninguno sea del agrado de parte de la población y por tanto hay que darle al ciudadano la libertad de rechazar expresamente a todos los postulantes.

En las elecciones judiciales pasadas -Bolivia la primera en el mundo, decía S.E.- el malestar ciudadano era tan grande que los votos blancos y nulos ganaron de lejos a los votos válidos, lo que debió significar que candidatos al Tribunal Supremo de Justicia, al Tribunal Constitucional, al Consejo de la Magistratura o al Tribunal Ambiental, no podían ser posesionados con 20% de aceptación y hasta con menos del 5%. Por supuesto que se trató de impugnar la elección, alegando, con toda justicia, que la mayoría nacional había rechazado a los candidatos previamente designados por el MAS en la Asamblea, pero fue imposible vencer la decisión del Gobierno y la conocida tolerancia ovejuna del ahora llamado Órgano Electoral Plurinacional(OEP). Desde el OEP se alegó que los magistrados serían elegidos sólo contabilizando los votos válidos. Si existiera una casilla que diga “ninguno”, este se trataría de un voto válido, por tanto contable para el resultado electoral y no sólo para la estadística. Hasta la abstención de los ciudadanos sería menor si la gente supiera que con su voto “ninguno” estaría respetándose su voluntad y no sólo depositando un voto inservible, de simbólico repudio.

Ciertamente, como decía S.E. Bolivia fue el primer país en elegir a sus magistrados por voto popular. Y el único suicida hasta el día de hoy, habría que agregar. Tal vez me equivoque y alguna nación haya caído en el mismo acto descerebrado. El hecho concreto es que Bolivia llora en estos momentos por la equivocación de haber soportado a tales jueces y togados. Llora tanto que el propio Gobierno dice que no existe, por estos lados, justicia peor que la boliviana; como si ellos no fueran los responsables absolutos de lo sucedido. La jeremiada es una farsa del MAS, porque esto le conviene; sabe de los beneficios que obtuvo y seguirá logrando con una justicia obediente y despatarrada, más ahora que S.E. quiere perdurar en el mando hasta donde le alcancen las fuerzas.

Está claro entonces que nos encaminamos, como siempre, a repetir la historia. El MAS dice ahora que ofrece todas las garantías posibles para que se elija a los mejores togados que se puede hallar en el país, pero eso no es cierto. Es que el concepto de votación popular para elegir magistrados es inviable, porque el pueblo no puede saber quiénes son los preferibles y entonces aunque voten por quien voten, al final el elegido en las urnas será uno de los designados a priori por el poder. En octubre, la abstención será alta, y volverán a ganar los votos nulos y en blanco, para la estadística. Y los nuevos administradores de justicia serán tan malos y venales como los de hoy.