No hay explicación alguna para que muchos hospitales públicos del país confronten dificultades si se tiene en cuenta que hay despilfarro de dinero que bien podía ser utilizado para construir infraestructura, arreglar y componer la existente, dotar de equipos médicos modernos, vituallas, enseres, camas, salas de operación y recuperación, etc. con una inversión que significaría un mínimo de todo lo que el país ha recibido en más de diez años por ventas del gas.
Hay revelaciones que crispan a cualquiera y son casos que atentan contra los derechos humanos; son cuestiones que no deberían ocurrir y que agravan mucho la pésima atención en los hospitales con inclusión del Hospital Obrero de La Paz. Conforme a declaraciones del Vicepresidente del Tribunal de Ética y Deontología Médica, hay falta de recursos humanos como son médicos, enfermeras, personal auxiliar, equipamiento, insumos, medicamentos, vituallas y otros que determinan la desatención a miles de pacientes que acuden en pos de recibir curaciones y tratamientos; que la mayoría de éstos, cuando deben ser internados se lo hace para que “se sienten en una silla y esperen a que haya camas”; pacientes que no pueden recibir atención especializada o son postergados por 30 o 60 días “hasta que les llegue el turno”; hay casos en que la atención médica y de enfermeras deja mucho que desear y se producen discusiones y reclamos; en fin, el malestar que cunde en los hospitales es de magnitud y gravedad.
Las cifras que se conoce muestran lo grave de la situación: “En el Policlínico Central se tiene 120 mil asegurados y solo se atiende a 500 personas; en abril se atendió 7.524 consultas en medicina familiar, dos mil en especialidades; en odontología 1.220; se proporcionó 22.956 recetas; en laboratorio se atendió 9.301 análisis” y así, las estadísticas muestran casos patéticos. Se indica que en el año 2001 el hospital contaba con 59 profesionales en salud, el 2008 se disminuyó a 56, el año 2016 tan solo 53 y la población creció notablemente.
Es común que los pacientes, para lograr atención, deban recabar fichas esperando turnos muy largos que abarcan tempranas horas de la mañana y, en muchos casos, no pueden ser atendidos por falta de médicos. El trato que se da a los pacientes no es cordial por el hecho de que cada profesional debe atender a muchos y varios de éstos reclaman prácticamente milagros que no se puede hacer. Hay, pues, desatención en los hospitales públicos; sin embargo, el gobierno, mediante el sector salud, proclama que la atención médica en Bolivia “es la mejor” y que “todos los pacientes son atendidos debidamente”.
Sería interesante que el gobierno, de la gran cantidad de dinero que ha recibido en tantos años de bonanza, destine siquiera un 5% al cambio de políticas de salud con miras a atender, debida, honesta, humana y responsablemente, no solo a los enfermos que requieren atención sino también a la contratación de médicos y enfermeras cuyo trabajo nunca es debidamente valorado.
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