En diversas oportunidades tanto el gobierno como los empresarios del país han sostenido la necesidad de “utilizar el puerto de Ilo para las importaciones y exportaciones” con base en acuerdos con gobiernos peruanos y, en su momento, se firmó uno entre el presidente Alberto Fujimori y el presidente Jaime Paz Zamora. Pero acordarse de Ilo es, simplemente, por “palabras del momento”. Esta es una realidad que muestra la poca o ninguna seriedad de las autoridades y de los empresarios para encarar, decidida y decisivamente, el caso y entrar en acuerdos definitivos con el Perú que, ha quedado demostrado, está dispuesto a otorgar todas las facilidades en el puerto de Ilo.
Lógicamente, queda establecido desde hace años, es preciso crear o modificar o construir la infraestructura necesaria, terminar el camino carretero debidamente asfaltado entre Bolivia e Ilo y, por supuesto, realizar las obras necesarias en el mismo puerto, obras que se podrían ejecutar en conjunción con el Perú. Pero referirse al caso, una y otra vez, nada dice; entretanto, vivimos pendientes de que Chile cumpla con lo establecido en el Tratado de 1904 que, está visto, jamás será cumplido porque sus gobiernos -excepto alguno que tuvo conciencia- al obedecer órdenes de sus fuerzas armadas, buscan siempre la mejor manera de contrariar y contradecir todo lo que conviene a Bolivia.
Al margen de Ilo hay ofertas de Argentina y Uruguay; pero, encaprichados con Chile nada hacemos y preferimos sufrir los embates de las políticas negativas de su gobierno. Usar puertos ofrecidos sobre el Atlántico implicaría dar solución siquiera a parte de nuestros problemas; pero hay que encarar decidida y honestamente lo que se debe hacer y no quedarse “lamentando por la leche derramada”, con todo lo que parecería que estamos obligados a aceptar del gobierno chileno.
De nada sirven las declaraciones en los momentos álgidos, como es el caso de huelgas de aduaneros o cualquier dificultad que surja en la carretera o en los puertos chilenos, mientras no se encare, prontamente, lo que deba hacerse porque mientras más se tarde, más problemas deberemos afrontar con el agravante de que adquieran mayor gravedad. El gobierno tiene que asumir las responsabilidades que le competen y, por su parte, muchos empresarios podrían encarar el problema sin esperar que tanto autoridades de Bolivia como del Perú hagan lo preciso.
Ilo es, en el momento, no solamente una solución sino una esperanza para liberarse de una especie de tiranía que ejercita el gobierno chileno con nuestro país y que trata muy mal a la población boliviana, empezando por los transportistas, que son los que, de una u otra manera, dan lugar a que los puertos chilenos se beneficien y, por supuesto, gane el país vecino por las importaciones y exportaciones que hace Bolivia. Es tiempo de actuar racional y dignamente; de otro modo, seguirá una dependencia que es vergonzosa e inaguantable por las múltiples injusticias ejercitadas por gobiernos chilenos.
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