El senador Oscar Ortiz Antelo, miembro de la Unidad Demócrata que preside el gobernador Rubén Costas, sorprendió primero y luego nos acostumbró a que sus denuncias contra el turbio manejo con que el oficialismo maneja las finanzas públicas eran ciertas y muchas estaban respaldadas por informes del propio Gobierno. Oscar Ortiz no ha hecho el trabajo solo, porque hubiera sido imposible realizarlo sin conocer las preocupaciones de sus colegas de la oposición y también las denuncias del pueblo, hastiado de ver tanta trampa y corrupción.
Anoche el senador Ortiz presentó en la Feria del Libro cruceña su “Crónica de una traición”, que por cierto aún no he leído, pero que se refiere a algo que él ya había denunciado a los cuatro vientos y que se refiere la monumental estafa que el masismo hizo a la nación en el celebérrimo Fondo Indígena. Lo que dice Ortiz en su libro, ya fue avisado antes, pero el Senador ha puesto los puntos sobre las íes, y esto que inicialmente parecía un hurto menor entre “bartolinas” y “mallcus”, aparece hoy como lo que es: el latrocinio más descarado que se recuerde en este siglo y en toda la época republicana. Y algo peor: echa por la borda las esperanzas que con tanta firmeza anunciaban S.E. y los intelectuales del MAS, en sentido de que Bolivia estaría, por fin, gobernada por su “reserva moral”.
Lo del Fondo Indígena es algo increíble porque se trata de una repartija vil de los recursos de todos los bolivianos, entre unos cuantos dirigentes campesinos sin la menor decencia. Afortunadamente, luego de muchas presiones fueron cayendo cabezas importantes, aunque no todas. No sucede lo mismo con la otra denuncia que ha hecho Oscar Ortiz sobre el presunto negociado en la compra de tres taladros que ha realizado YPFB con la empresa Drillmec. Se trataría de más de cien millones de dólares negociados oscuramente donde habría existido matufia, estafa al Estado. Han sido detenidos preventivamente cuatro funcionarios de mediana importancia, pero no ha prestado declaración el Presidente de la entidad, lo que deja muy mal olor.
Además de legislar el senador Ortiz se ha convertido en un dolor de cabeza para el masismo, porque ha fiscalizado también el movimiento del programa “Bolivia Cambia” (UPRE), donde el derroche de dinero es evidente y todas las obras, que pasan de 600 (quedan 3.000 por investigar), han sido realizadas por contratación directa, lo que sobra para que el pueblo señale a este Gobierno como el más corrupto del que se tiene memoria.
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