Germán Cano Soliz
O tributamos y nos ponemos en orden los músicos, o seguimos donde estamos (en el abismo del desorden). Si impuestos internos nos llama a tributar, es decir pagar impuestos en bien del país, debemos cumplir con esta norma (haciendo un estudio para categorizar experiencia, calidad y prestigio). Como obreros y trabajadores de arte y cultura es urgente tener una institución, sea un sindicato de músicos o sociedad de músicos, que nos cobije y defienda, con derechos y obligaciones, fortalecida con gente idónea, capaz y profesional. ¿No son herramientas de trabajo nuestro piano, pinquillo, guitarra, bombo, charango, etc.?
Hoy hablaremos de aspectos de la música. Quien escribe es músico de orquesta tropical.
1.- Locales de fiesta o eventos sociales. Algunos nos dan algo de comodidad, otros ¡no!, pues tienen tarimas pequeñas llamadas escenario. Después de terminar nuestras actuaciones, sin consideración alguna nos botan, nos obligan a sacar instrumentos, y cargados de ellos nos vamos en altas horas de la noche, al amanecer, sin protección alguna, ni siquiera policial. ¿Cuántos han sido atracados, asaltados, o encontrados muertos? ¿Quién nos defiende? Si en estos locales, hay ambientes para cocineras y garzones, ¿por qué no para los músicos? ¿La alcaldía, cuando otorga licencia de funcionamiento, no debería observar estas necesidades? Pero también debemos reconocer que hay locales que ofrecen calidad y elegancia, donde nos sentimos honrados por cumplir nuestra cotidiana labor.
2.- Programas de canales de Tv. Antes las radioemisoras, amantes al quehacer musical, pagaban por nuestros servicios o actuaciones. Hoy, ¿qué programa o canal de Tv paga al músico?, ¡somos explotados! ¿No tienen auspiciadores, empresas privadas o del Estado que derrochan millones en publicidad? En esos programas hay más música que palabras, ni siquiera nos dan para un fresco de mocko chinchi, en vez de agradecernos nos dicen: ¿cuándo van a volver?
En cuanto a improvisados que dicen llamarse folkloristas, defensores de la movida tropical, algunos envueltos en actitudes de prebenda (padrinos, compadres, ahijados), por ahí algunos ya millonarios a costa de los músicos, ¿alguien los certifica? Delicada responsabilidad de cultura. ¿Quién se atreve a meter su wislla en nuestra juntucha y con chicha y tutumas diga charlemos, conversemos. ¿Dicen que en estas circunstancias existe la verdadera democracia?
3.- La tecnología se ha metido con el músico, para desplazar al colega, al amigo (unos pichifoneros, otros con pista). ¿Cuántos están en las calles y otros en las cantinas pidiendo limosna? ¡No duele! La tecnología nos sirve, hay que usarla en bien del músico y la música.
4.- Oh ciudad de El Alto, siempre de pie nunca de rodillas, pero bailando con “música chicha”. Nos han invadido peruanos, chilenos, argentinos, algunos de dudosa moral, ¿tendrán algún documento para mostrar quiénes son y a qué vienen? Son músicos, representantes, cholitas, bailarinas con provocativa actitud sexual, etc. ¿Qué autoridad de cultura dice algo?
¿El pagar impuestos no es un jalón de orejas para ordenarnos? Hagamos algo en bien de nosotros. ¡Nunca es tarde!...
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