El ferrocarril Guaqui -La Paz

Con la invasión chilena a Antofagasta en 1879 perdimos nuestra soberana salida al océano Pacífico. En esos tiempos se imponía “la razón o la fuerza” y el vecino, desvirtuando sus propios lemas cívicos, con soberbia e injusticia se apoderó de territorio ajeno.

Ahora Bolivia tiene que enfrentar las consecuencias de ese acto de avaricia y desmembramiento de nuestro territorio, que afecta a toda una generación de bolivianos, económica y moralmente. Cientos de camiones son impedidos de alcanzar la costa marítima perjudicando a importadores y exportadores nacionales.

Recordemos que en el siglo pasado por las amenazas chilenas de invadir Lima y La Paz, Bolivia prácticamente asfixiada apenas pudo lograr una salida por el Perú. Ahí renació el ideal de salvaguardar nuestra Nación, instalando el Ferrocarril Guaqui-La Paz con conexión por el lago Titicaca a Puno - Arequipa - Mollendo - Matarani. Guaqui fue declarado Puerto Internacional de Bolivia. Esta ruta fue esencial y estratégica, cuando los minerales de Potosí y Oruro fueron embarcados en trenes en dirección a Guaqui y subidos a los buques Ollanta, Inca y Yapura, con embarques rápidos y seguros hasta llegar a Matarani y ultramar.

Lo mismo pasó con cargas de importación para una buena parte del país. En La Paz la ferrovía tenía ramales de rieles a las fábricas Soligno, Forno, Said, a Molineras y otras factorías.

La fábrica de Cemento Viacha fue bien atendida, hasta con transporte de su materia prima. Para un mayor servicio Guaqui-La Paz los trenes salían por horario controlado a horas 4:00, 5:00 y 6:00 a.m., tres o cuatro veces y viceversa. El telégrafo fue utilizado para comunicación directa con Mollendo y Matarani, desde donde se seguía el curso de transporte de los embarques hacia Bolivia. En esos tiempos era una gran ventaja para los usuarios. Los letreros de las bodegas decían: “La vía más corta al Pacífico”.

Los trenes tenían encanto para el transporte turístico y de las romerías religiosas de La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba al santuario de la Virgen de Copacabana, atravesando el lago Titicaca, llevando turistas alemanes, ingleses y americanos, llegados al Cusco, que pasaban a Puno y Guaqui, para converger en el pueblo milenario de Tiwanaku.

Al margen de lamentaciones, Bolivia encontrará una salida por el Perú, para recuperar el tiempo perdido, hasta que se vuelva al cauce normal del mundo que busca integración.

Evitando despilfarros y garantizando inversiones se debería construir el Ferrocarril de trocha ancha Viacha - Tiwanaku - Guaqui – Desaguadero para empalmar al F.C. del Sur y llegar a Matarani. También es necesario terminar de construir la carretera y el Ferrocarril La Paz - Tacna - Ilo. Tenemos que llevarnos bien con los hermanos peruanos, y todo será factible.

Por otra parte, buscando siempre comprensión, alejando rencores, podemos afirmar que el pueblo chileno es amistoso, proverbial. No deberíamos echar la culpa por el despojo sufrido a gente de la nueva generación, sino a representantes de la oligarquía, como Abraham Koenig o Augusto Pinochet. Tiene que haber reconciliación que conduzca a la solución del centenario enclaustramiento, que continúa perjudicándonos y parece una extorsión internacional.

Todo proviene de personajes nefastos que ambicionaron las riquezas del salitre, cobre y plata y se apropiaron de ellas con la invasión al Litoral boliviano. Precisamente recurrieron a las armas para apoderarse de riqueza ajena.