Fernando Barrón Rojas
Atados de pies y manos, es como nos sentimos los bolivianos ante la despiadada arremetida de las políticas chilenas, tratando de presionarnos y/o perjudicarnos, primero entorpeciendo las legítimas labores de nuestros aduaneros, que luchan contra el contrabando; segundo, cerraron el paso de la carga de exportación e importación, con el pretexto de una singular huelga de aduaneros chilenos que solamente afectó a la frontera con Bolivia.
Hace 25 años, el presidente de la República del Perú, Alberto Fujimori y el presidente de Bolivia, Jaime Paz Zamora, firmaron un convenio para que nuestro país utilice libremente el puerto peruano de Ilo, pero todo quedó en el papel, pareciera que nada se avanzó en 25 años. De principio y de manera urgente se debía haber encarado un estudio sobre las características y bondades del puerto de Ilo. Evaluado el estudio, se debía encarar un Estudio de Factibilidad para determinar los costos y el tiempo que demandaría ponerlo operable para las necesidades del movimiento comercial de Bolivia. A su vez se debía prever las fuentes de financiamiento para poner en marcha los trabajos necesarios para la operabilidad del mencionado puerto, conociendo de sobremanera que Chile no tiene la menor intención de dar facilidades a Bolivia, nos quiere ahogar.
Con entusiasmo y mucha esperanza en los últimos tiempos hemos conocido los avances del proyecto de construcción de un ferrocarril bioceánico, que partiendo del Brasil atravesaría gran parte de nuestro territorio para concluir su recorrido precisamente en el puerto de Ilo, esperanzador proyecto que nos liberaría de la dependencia chilena en el movimiento de nuestro comercio, pero que al mismo tiempo transportará millones de toneladas de carga provenientes de Brasil y la pregunta surge: ¿recién nos ocuparemos de la capacidad y operabilidad del puerto?
Bolivia debe diseñar ya una Estrategia de Estado sólida y bien definida respecto a nuestra vinculación marítima, por supuesto, sin dejar de lado el justo derecho de reivindicación de nuestro territorio sobre las costas del Pacífico, usurpado precisamente por Chile.
Conociendo que el “diálogo” chileno solamente ha servido para dilatar nuestras aspiraciones, debemos encarar con premura soluciones inmediatas que eviten la estrangulación del comercio boliviano. Existen muchas opciones, puertos sobre el Pacífico y el Atlántico que países hermanos nos han brindado. Inclusive existe el proyecto de puerto Busch en territorio boliviano, para facilitar nuestro movimiento comercial, y de esta manera romper la tradición de la utilización de los puertos chilenos. Seguramente habrá que ajustar costos de transporte, pero es mejor que depender de la voluntad chilena que, a la larga, nos causa mayores perjuicios y pérdidas económicas.
Ni una tonelada más por Chile, esa debe ser nuestra consigna como país soberano y digno, basta de atropellos y malos tratos. Si Chile no cumple con el Tratado de 1904, cerremos nuestras fronteras al comercio con ese país, y seremos espectadores de cómo se mueren los puertos de Arica, Iquique y Antofagasta, que sirven al movimiento de cargas bolivianas, dejándoles muchos millones de dólares por sus “servicios”. Nuestra revolución y movimiento de cambio debe alcanzar contornos de dignidad y reivindicación más allá de nuestras fronteras, Bolivia puede, pongamos en marcha una nueva estrategia.
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