En culturas anteriores se valoraba al anciano como fuente de sabiduría y conocimiento. El envejecimiento de la población humana es indudable en la realidad social contemporánea. Es común definir al anciano con un criterio cronológico y se soslaya las dimensiones psicológica y social. Si bien existen ciertos cambios somáticos y psicológicos asociados con el proceso normal del envejecimiento, por ejemplo la pérdida progresiva de memoria y de las destrezas físicas, la idea misma del envejecimiento es un prejuicio dentro de un sistema de valores que exalta a la juventud como sinónimo de éxito y buena salud física y mental. Llegar a la tercera edad no significa que se acerca el fin de una vida, por el contrario, esta edad es una de las más enriquecedoras del ser humano.
Por tanto, somos los jóvenes quienes tenemos que mostrar la máxima comprensión y flexibilidad hacia los mayores y no exigir de su parte lo que ni siquiera nosotros somos capaces de proporcionarles.
El actual gobierno ha determinado incrementos salariales para todos los sectores sociales y, como si fuera gran incentivo para los ancianos, simplemente aumentó la renta dignidad en 50 bolivianos y el aumento de sus rentas ha sido miserable, por una falta de respeto y consideración.
Los parlamentarios conocidos como “levanta manos” y por “calentar sus asientos” perciben ahora más de 3.200 dólares y ni qué decir en cargos burocráticos de la Administración Pública.
Debería haber comprensión, consideración, afecto y respeto a personas de la tercera edad. Cuando se habla de la relación con un anciano, muchas personas tienden a referirse a esto como algo complicado. Pero realmente no es así, pues estas personas requieren cosas simples para poder ser felices y sentirse a gusto en la vida. Nosotros y en especial el gobierno debemos tener en cuenta algunos consejos para el cuidado de los mismos.
Que los jerarcas del gobierno por un momento piensen que un día llegarán a ser viejos y que tarde o temprano necesitarán la ayuda de los demás para desarrollar algunas actividades, inclusive las que hoy parecen muy simples; por eso es importante analizar con detalle la posición en que estas personas se encuentran, para así ayudarlos de una mejor manera.
Comprensión, amabilidad y respeto también se convierten en indispensables en el trato con las personas de la tercera edad, que sin duda se mostrarán satisfechas al recibir este tipo de atención.
Trate de asignarles pequeñas tareas, para que ellos sientan que son útiles. Las personas de la tercera edad no quieren ser excluidas, al contrario, quieren demostrar que tienen mucho ánimo y disponibilidad para hacer algunas tareas.
Respetemos y reforcemos su independencia.
La tercera edad debe ser una etapa en la que las personas reciban siempre el mejor cuidado. Recordemos que no se trata de hacerlos a un lado o excluirlos de la vida cotidiana, al contrario, lo importante es hacerles ver que son importantes para nosotros y que vamos a proporcionarles el apoyo necesario para que puedan vivir de una manera plena esta etapa de la vida. Respetemos la intimidad y dignidad del anciano lo más posible. Ojalá el gobierno así lo entienda.
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