Israel Camacho Monje
Fue lo que Bolivia vivió realmente del 2006 al 2014, por millonarios ingresos económicos como resultado, entiéndase bien, de las altas cotizaciones internacionales que alcanzaron nuestras materias primas, no renovables, es decir de hidrocarburos y minerales. Pero falsamente el gobierno pretende hacer creer a la ciudadanía desinformada que esa bonanza es producto de su política económica, que en la cruda realidad jamás la ha tenido.
Esos millonarios ingresos en dólares estadounidenses fortalecieron nuestras reservas monetarias, lo que ingenuamente llevó a pensar a nuestros gobernantes de turno que no cesarían. Es más, les hizo olvidar que en la vida nada es eterno y que así como aparecen, también desaparecen. Lamentablemente, en el caso boliviano malgastaron gran parte de estos millonarios ingresos, en la construcción de obras que al no haber sido responsablemente planificadas han quedado como “elefantes blancos”.
Todo lo anterior sucedió por no saber que tanto en situaciones de bonanza como de carencia es necesario ejecutar programas económicos que contemplen la construcción de obras públicas de necesidad nacional, así como hacer inversiones seguras a largo plazo.
Y para un mejor entendimiento de la ciudadanía detallamos a continuación las obras que sí son de prioridad nacional:
1) Creación de más fuentes de trabajo, que en el mejor de los casos ocupe la mano de obra desocupada del 80% de la población laboral de bolivianos y bolivianas. Muchos por la falta de trabajo estable con seguro social, médico y otros, se han visto obligados, por sobrevivencia, a ingresar al comercio informal.
2) La construcción en los nueve departamentos del país de más hospitales de 1er., 2do., 3er. y 4to. nivel y debidamente equipados con infraestructura moderna, alta tecnología médica, y permanentes stocks de medicamentos de fabricación nacional y extranjera. Además con el suficiente personal de médicos, enfermeras y otros.
3) La construcción de más escuelas, colegios e institutos técnico profesionales, con sus plantas administrativas, de profesores y técnicos, en todo el país, para dar cabida a miles de niños, adolescentes y bachilleres.
4) Construcción de carreteras que interconecten a los departamentos y provincias de nuestro territorio, así como con los países que nos circundan. Y por supuesto que el retorno de sus millonarias inversiones sea a corto y mediano plazo.
Pero como se hizo mal en los nueve años de las vacas gordas (2006-14), ahora a tres años de las vacas flacas (2015-17), solamente nos queda apretar nuestros cinturones, y esperar que los malos vientos pasen y vengan mejores días para Bolivia. ¿Verdad que sí?
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