Castaña en peligro por la deforestación

Desde hace mucho tiempo hay alarma por la continua baja en la producción de castaña que, hasta hace poco, ocupaba más o menos un contingente de tres mil personas tanto en el Beni como en Pando, dos departamentos afectados por el problema de deforestación que confrontan y que se debe a varias causas: en primer término, la acción irracional de madereros que buscan troncos de la castaña para utilizar la madera que tiene buenos precios en el mercado; luego, la deforestación a que se somete a extensas regiones con miras a encontrar “terrenos aptos para la agricultura y para asentamientos humanos”; luego está el caso de los comercializadores de castaña que, al margen de organizaciones bien definidas adquieren el producto en bajos precios para comercializarlos posteriormente en regiones fronterizas con el Brasil.

El gobierno reconoce que un “40% de la producción habría disminuido por razones climáticas”; esta sería una de las razones, pero, las principales como son las deforestaciones nada planificadas y el abuso de madereros son cuestiones que habría que analizar y encontrarles remedios. La producción de castaña, importante en un tiempo en el Brasil, dejó a nuestro país como gran productor; pero, trabajos sistemáticos en ese país determinaron que la castaña sea nuevamente producto a ser cosechado en buenas cantidades. Por su parte, tanto Perú como Ecuador producen castaña y de buena calidad que les permite exportaciones importantes, especialmente a países donde se industrializa muy bien este producto que tiene grandes propiedades alimenticias y, en muchos casos, sirve para la producción de determinados medicamentos.

Encarar el caso de la castaña debería ser labor prioritaria de las autoridades y no informar simplemente que “los problemas climáticos son causantes de la baja producción”; en todo caso, es preciso encarar el caso en conjunción con las familias que han sido asentadas tanto en el Beni como en Pando para que se restablezca una producción que no tendría por qué bajar como ha ocurrido en los últimos años. Es preciso, por otra parte, combatir a madereros inescrupulosos que buscan el producto tan solo por razones económicas y logran que se deforeste extensas regiones que, con los cuidados e inversiones necesarias, pueden readquirir índices de producción muy interesantes.

Es importante, por otra parte, que se incentive a quienes deseen instalar industrias del chocolate en Beni y Pando con miras a contar con un producto sobre la base de castaña, pero que tenga valor agregado. Este trabajo podría absorber buena parte de la población que quedó desempleada por efectos de la deforestación. El gobierno debería asesorarse de entendidos y aplicar las políticas pertinentes para salvar la producción de castaña e incentivar una mayor producción. Posiblemente sea necesario, al margen de los entendidos en el país, recurrir a técnicos extranjeros que conocen los mejores sistemas para la recuperación de árboles que estarían en peligro y conseguir cultivos masivos del producto.