Clepsidra
Como era previsible, el fin de la dictadura de Nicolás Maduro, al igual que muchas tiranías similares, no será atribuible únicamente a la denodada presión de las patrióticas fuerzas sociales que a diario son asesinadas o apresadas en casi todas las ciudades de Venezuela, sino a la división de las fuerzas chavistas que la componen y comienzan a tomar distancia del tirano, por lo que ellos consideran una desviación de los principios instituidos por su “Comandante eterno”. Queda claro que les es necesario eximirse de los vicios que la aquejan, tales como la desinstitucionalización del Estado, el perverso dominio cubano, la cada vez más agobiante escasez de alimentos y medicinas, la arrolladora corrupción, el narcotráfico y la cruel represión que su régimen viene ejerciendo.
Una de las señales más claras de dicha disidencia se ha visto plasmada en la insólita actitud de la Fiscal General de la Nación, Dra. Luisa Ortega Díaz, uno de los puntales más sólidos de la ortodoxia chavista desde el inicio del proceso, en el que se la identificó como una mujer muy difícil de manipular y una tenaz oponente a algunas medidas dispuestas por el régimen de Maduro, como su discrepancia con la convocatoria a una asamblea constituyente o su rechazo a la resolución emitida por el ministro de la Defensa Gral. Vladimir Padrino, permitiendo el uso de armas de fuego para el control de las manifestaciones.
Hija, hermana y esposa de connotados dirigentes chavistas que militaron en la izquierda desde los años 60 con demostrada fidelidad, Luisa Ortega Díaz tomó distancia de la revolución como consecuencia de una serie de hechos anti constitucionales con los cuales no estuvo de acuerdo, y para no quedar acorralada incondicionalmente a lo que ella consideró la contrarrevolución chavista. De ahí que no es casual que el legendario guerrillero Douglas Bravo haya hecho un llamado a la calle, a fin de que se la apoye, ya que el propio gobierno estaría creando una matriz de opinión dirigida a señalar la conducta de la Fiscal, como una maniobra, para restarle valor al grave impacto que ha ocasionado su escisión.
Hoy existen suficientes razones para creer que la Dra. Luisa Ortega Díaz podría liderar el cambio que se viene gestando en Venezuela, o al menos generar esa señal que los militares estarían esperando para asumir su rol constitucional. Aquello de que “la revolución, como Saturno, acaba devorando a sus propios hijos”, se ha cumplido a cabalidad casi en todos los “procesos” en el mundo, y son contados los que han logrado salvarse.
Sin ir muy lejos, en un claro acto de rebeldía contra el presidente del Estado y a la vez presidente de las seis federaciones de cocaleros, los productores de coca de los Yungas han resuelto por unanimidad en asamblea, desconocer la Ley de la Coca promulgada hace poco por el gobierno y rechazar su reglamentación, impidiendo el ingreso del ministro César Cocarico a la zona, en un acto de insubordinación que asemeja lo que viene ocurriendo en Venezuela, donde Maduro pudre al chavismo.
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