El presidente venezolano Nicolás Maduro asumió la presidencia de Venezuela como herencia directa del también tirano en su tiempo, Hugo Chávez Frías; ambos subieron desde lo más bajo y, siendo oficiales de las fuerzas armadas, adquirieron la ambición de querer cada vez más en su vida. Así, poco a poco lograron hacerse de un poder que resultó omnímodo y difícil de vencer.
Hoy la patria de Simón Bolívar sufre las consecuencias de las ambiciones más grandes de que puede hacer gala un ser humano, ambiciones que no trepidan en causar males de toda índole al país que se comprometieron servir; una nación que es sojuzgada y perseguida en sus derechos por una fuerza militar que se ha propuesto cumplir con todas las exigencias y ambiciones del tirano en el poder; militares cuya misión era preservar y cuidar las libertades y servir a un pueblo que siempre es merecedor de mejores condiciones de vida.
Venezuela es rica en petróleo y gas; sin embargo, su pueblo pasa hambre y necesidades por falta de alimentos y precisa de vituallas elementales para mujeres, niños y ancianos; sin embargo, tiene que estar sujeta a importaciones que permita la tiranía y no se vislumbran soluciones inmediatas para que por lo menos el hambre sea vencida y las necesidades más vitales sean paliadas.
Nicolás Maduro, ambicioso en extremo, se cree irremplazable para manejar su país; todos, según él, lo contrarían y están dispuestos a derrocar a su régimen para “imponer decisiones del imperialismo”; considera que la oposición es contraria y que el mundo capitalista busca dominar a Venezuela con la imposición de un gobierno adicto a las decisiones de quienes buscan enriquecerse y dominar al pueblo.
Todo muestra que Maduro se opone a la realización de elecciones para elegir un gobierno que efectivamente sirva al pueblo, que saque al país de la profunda sima de crisis y pobreza en que ha sido sumido; es contrario a la vigencia de la Constitución y las leyes pese a que pregona que él y su régimen respetan el orden legal. No condice su conducta con los intereses nacionales y está convencido de que seguirá indefinidamente en el poder. Maduro se ha convertido en el prototipo de la ignorancia y la práctica de los mayores delitos como es el asesinato de más 70 personas y las heridas causadas a miles de ciudadanos cuyo delito ha sido luchar por su libertad y la vigencia de sus derechos.
Lo doloroso y censurable es que algunos regímenes -muy pocos, felizmente- apoyan al tirano Nicolás Maduro sumido en lo más bajo de la ignominia porque un 99 por ciento de la población mundial condena a la tiranía reinante en Venezuela y pide que el señor Maduro acepte convocar a elecciones libres para que él se retire del gobierno.
La conducta del dictador Nicolás Maduro es comparable con las de Adolfo Hitler, José Stalin, Idi Amin Dadá, Al Aasad, de Siria, Ayatola Jomeini de Irán, Fidel Castro de Cuba y muchísimos otros tiranos y dictadores que hubo en el mundo y cuyos pueblos han condenado y exigido reparación por los crímenes cometidos. Nicolás Maduro, consciente de sus actos, no vacila en ordenar, día a día, la realización de actos represivos en los que causa más víctimas.
El pueblo venezolano, consciente y pertinaz defensor de sus derechos, exige elecciones y abandono del poder por parte del tirano; no acepta ese pueblo transacciones al margen de los preceptos constitucionales. Consideran las instituciones venezolanas -las que no son adictas al régimen de oprobio- que están encadenadas por la fuerza de las armas al poder del hombre que busca, a todo costa, dominar mucho más a su país y, además, siempre dispuesto a rechazar la intervención o siquiera las sugerencias de pueblos del mundo y de instituciones internacionales para cejar en su posición recalcitrante y contraria a principios elementales de derecho.
El mundo, democrático y libre en la mayoría de los países, espera que llegue el día en que Venezuela se vea libre del yugo que hoy la oprime; sufren esos pueblos porque el dolor y las angustias de los venezolanos afectan a toda la humanidad que, además, se siente condolida por las muertes y los heridos. Es el mundo que espera la conclusión de un régimen que habiendo continuado la obra macabra del que legó el poder al actual mandatario ha superado todos los sistemas para constreñir a millones de seres en una patria que es merecedora de libertad, democracia y justicia.
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