El entonces coronel Hugo Chávez Frías del ejército venezolano se levantó en armas contra el gobierno democráticamente elegido del hermano país, por lo que fue encarcelado, para luego salir y candidatear con un discurso “bolivariano”, es decir inspirado en la doctrina del libertador Simón Bolívar. Sin embargo luego aparece con el discurso del “socialismo del Siglo XXI” que fuera planteado por un socialista europeo.
El discurso que parecía inspirado en el nacionalismo latinoamericano, pronto adquirió un carácter socialista al influjo del gobierno de Fidel Castro en Cuba, que influyó también en el “Foro de San Pablo – Brasil”, en el que se reunieron los socialistas comunistas que habían quedado al margen del nuevo esquema mundial, luego de la caída del “muro de Berlín” y el derrumbe estrepitoso de los regímenes socialistas marxistas capitaneados por la ex Unión Soviética.
La figura de Chávez Frías, contestatario al establishment que gobierna el mundo, desde la óptica del nacionalismo democrático, acabó con su postura filo comunista defraudando a buen número de latinoamericanos que vieron en el militar venezolano una réplica del autoritarismo cubano, y no se equivocaron, pues este caudillo con el poder de los dólares que en abundancia recibió su país por el elevado precio del petróleo en el mundo, apadrinó a varios regímenes de gobierno de tendencias izquierdistas o más bien “populistas” en su modelo de gobiernos autoritarios, de poder hegemónico, alejados de la democracia, pero con una gran ambición de poder por el poder que además debe ser perpetuo.
Argentina, Brasil, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y algunos otros regímenes simpatizantes, en especial de la generosidad de Chávez para distribuir gasolina a bajo costo, ayudas económicas y de medios cubanos y milicia venezolana en esos países, fue la nota del populismo.
Llegada la década de gobiernos populistas y en algunos casos más de ese tiempo, los excesos de poder, la corrupción generalizada desde y dentro del poder político, el despilfarro de recursos públicos, el discurso socialista de corte marxista y una práctica ultra liberal en muchos sectores de actividad económica, y en otros un ahogo de sus actividades y en general excesos contra la democracia, libertades, derechos humanos, propiedad, libertad de prensa y expresión, represión y persecución a los críticos, y una política de prebendalismo apuntada al apoyo de sectores del cuasi lumpen proletariat, que ofician de asesinos de jóvenes que protestan en Venezuela, en un cuadro de absoluta descomposición.
La Argentina y el Brasil se han sacudido del populismo izquierdista, aunque el costo es elevado, debido a que los ex gobernantes han dejado en cuasi ruinas la economía de sus países y en consecuencia la paralización del crecimiento y desarrollo.
El caso de profunda crisis es la de Venezuela, que al morir el caudillo Chávez Frías dejó el poder al recomendado de los Castro, un ex conductor de buses que seguramente siguió un curso rápido de marxismo en Cuba, que ha llevado a la patria del grande Bolívar a un cuadro de deterioro en todos los órdenes, con carencias de alimentos, insumos de salud, un cuadro hiperinflacionario, inseguridad ciudadana y donde los muertos son enterrados en cajas de cartón, pues no hay de madera. La ciudadanía hace meses está en calles protestando contra el régimen, el que ha desconocido todas las opciones de una salida político democrática y se mantiene asesinando a sus jóvenes, reprimiendo brutalmente a sus ciudadanos, con la lamentable “complicidad hipócrita” de algunos gobiernos del continente, que recomiendan diálogo, cuando saben que ese diálogo es con las balas del régimen.
Los demócratas latinoamericanos declaramos nuestra absoluta solidaridad con el hermano pueblo de Venezuela, que sufre una de las peores arremetidas dictatoriales de la historia del continente, pese a que algunos gobiernos como el nuestro, apoya a la atroz dictadura del populismo chavista, contra el sentir de nuestro pueblo que mayoritariamente repudia al régimen venezolano.
El fracaso del socialismo del Siglo XXI, que pasará a la historia como una corriente envilecida que ha hecho mucho daño a sus pueblos y que no inspire a otros aventureros en repetir sus desaciertos.
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