• Un alto porcentaje de jóvenes se dedican a actividades informales por la inaccesibilidad de fuentes laborales
El empleo para los jóvenes profesionales y no profesionales es insuficiente en el mercado laboral del país y muchos se dedican a actividades informales o caso contrario a alguna actividad familiar para evitar el desempleo.
No estamos hablando de trabajos con grandes pretensiones salariales, pues en estos últimos años, los salarios son bajísimos en relación al costo de vida y un buen sector de los jóvenes se ven impedidos de acceder a fuentes laborales y algunos encuentran espacios temporales en sectores públicos. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 8,17% de los que trabajan en Bolivia son profesionales, mientras que según el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), el 61% de los jóvenes bolivianos están ocupados en sectores informales, sobre todo en el comercio; el 17 por ciento en producción y el 22 en otros circunstanciales, como el caso de la disposición de un fondo por parte del Gobierno para crear fuentes de trabajo, pero que aparentemente no cubrirán las expectativas.
Cerca del 10% de los que llegan a titularse en diferentes carreras a nivel nacional logran ubicarse en un empleo formal; entretanto, por lo menos 4.000 nuevos profesionales quedan desempleados y buscan otras opciones como en el comercio o el sector informal para asegurar su auto-sostenimiento. Estas cifras están relacionadas con las universidades estatales, no se toman en cuenta las privadas, ya que no existen cifras oficiales, lo que posiblemente podría disparar los porcentajes de desempleo.
Los expertos atribuyen también el desempleo a las mismas universidades, debido a que sus planes de estudio no van con las exigencias del mercado laboral del país, y que, además, el Gobierno no cuenta con sectores productivos que indiquen el perfil de requerimiento del profesional, aún peor en la demanda.
El pasado año La Fundación Jubileo, observó la falta de ocupación de los jóvenes profesionales, la misma suerte corren los que no logran estudiar. En el primer caso advierten de no corregirse esta situación el gobierno y privados, los profesionales optarán por salir del país en busca de fuentes de trabajo.
AMÉRICA LATINA
La Organización Internacional del trabajo (OIT), recientemente (fines de mayo-2017), hizo un llamado a invertir en jóvenes para buscar solución a la problemática de desempleo e informalidad, en un momento en el cual en América Latina hay 9,9 millones de personas entre 15 y 24 años que buscan un trabajo sin resultados favorables, de acuerdo con datos difundidos en el marco de un foro regional en Santiago de Chile.
“El desempleo juvenil aumentó en forma abrupta en el último año (2016), pegó un salto de más de 3 puntos porcentuales, al pasar de 15,1 a 18,3 por ciento”, comentó el Director de OIT para América Latina y el Caribe, José Manuel Salazar-Xirinachs, quien estuvo en el II Encuentro de Jóvenes de la Alianza del Pacífico.
40% SIN EMPLEO
“La situación, sin caer en alarmismos, la podríamos definir como dramática”, dijo el director Regional de la OIT. Hace más de una década que no se registraba una tasa de desempleo juvenil tan elevada. En este momento, 40 por ciento de los desempleados son jóvenes.
Salazar explicó que, además, de un desempleo que triplica al de los adultos, los jóvenes deben enfrentar una tasa de informalidad más alta, estimada en 56 por ciento en promedio para la región. Esto significa que más de la mitad de los empleos disponibles para los jóvenes son en estas condiciones.
En la actualidad en la región hay unos 114 millones de jóvenes en edad de trabajar de los cuales unos 54 millones participan de la fuerza laboral, según los datos demográficos más recientes, un “bono demográfico” de gran importancia cuyo aprovechamiento se ve afectado por las malas condiciones laborales.
“América Latina no está aprovechando a sus generaciones jóvenes en todo su potencial”, dijo Salazar.
Puntualizó que “existe una necesidad urgente de revertir la situación y las tendencias actuales para sacar provecho del bono demográfico y crear una sólida infraestructura de empleos de calidad y de trabajo decente para estos jóvenes”.
En su intervención destacó que para mejorar la situación laboral de los jóvenes es necesario abordar deficiencias en áreas como: educación y entrenamiento; políticas activas de mercado de trabajo; promoción del talento y capacidad empresarial; derechos laborales; desarrollo productivo; y tecnología.
POLÍTICA PÚBLICA
“El futuro del trabajo para los jóvenes es una tarea conjunta de la política pública, del sector privado, de los movimientos sindicales, de las organizaciones de jóvenes y en la que muchos otros agentes de la sociedad civil organizada pueden contribuir”, sostuvo.
Además, afirmó que “en todas las modalidades de programas para fomentar el empleo juvenil las empresas y las alianzas público-privadas tienen un papel esencial. Es un campo fértil para la responsabilidad social empresarial, pero es un tema que va mucho más allá que la responsabilidad social. Es algo que puede y debe ser central en las estrategias competitivas de las empresas.
Salazar resaltó la firma del “Acuerdo por la Empleabilidad Juvenil de la Alianza del Pacífico” en la reunión en Santiago, por parte de representantes de Chile, Colombia, México y Perú.
El encuentro de Santiago estuvo precedido por diálogos nacionales en cada uno de los países en los cuales se analizaron la situación y las experiencias relacionadas con el empleo juvenil.
“La experiencia acumulada da una amplísima base de buenas prácticas sobre las cuales construir una nueva generación de políticas con enfoques más integrados, de más impacto y de mayor escala”, apuntó.
El Director de la OIT afirmó que “Invertir en los jóvenes es invertir en el presente y en el futuro de nuestras sociedades. El compromiso político y los enfoques innovadores son indispensables”.
POR CUENTA PROPIA
Un otro informe, reconoce también un incremento del trabajo por cuenta propia el cual, sobre todo en el contexto de una débil generación de empleo asalariado, se caracteriza por ingresos bajos e inestables. Esto implica un deterioro de la calidad media del empleo, lo cual se refleja también en las bajas (y en varios casos negativas) tasas de crecimiento del empleo registrado y en aumentos salariales más bajos.
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