Quito.- El intenso zapateo de las comunidades de Cotacachi, un pujante valle de la sierra andina de Ecuador situado a unos 60 kilómetros al norte de Quito, hace retumbar la tierra durante el Inti Raymi o la Fiesta del Sol, que celebra la llegada de las cosechas en el solsticio de verano.
A ritmo del pingullo (una especie de flauta), ocarinas, armónicas, melódicas y flautas, miles de indígenas zapatean la tierra en su homenaje y también para recordar la bravura de la gente nativa de esta zona andina de Ecuador.
Cuenta una leyenda, que los hijos de esta tierra son descendientes del monarca inca Atahualpa, herederos también de la resistencia a la conquista española y custodios de la sabiduría ancestral de los Andes.
Según relatan algunos vecinos de Cotacachi, las diferentes comunidades de la zona intentan ocupar la plaza principal de la ciudad, donde se ubica la Iglesia, como una señal de recuperación de la identidad indígena.
Sin embargo, el festejo también refleja el sincretismo religioso de estas poblaciones que también conocen a esta celebración como la fiesta de San Juan.
Pero, sin duda, “esto es auténtico” y con el zapateo sacamos “toda nuestra energía, para festejar a nuestra madre tierra”, indicó a Efe Pedro de la Cruz, un líder indígena de Cotacachi.
Esta es también la fiesta de la cosecha del maíz, en un valle donde existen quince variedades de la gramínea, la mayor concentración de todo el país, indicó De la Cruz.
Por eso en estas fechas se bebe mucha “chicha”, una bebida hecha con base en maíz fermentado, fuerte como licor, pero que también ofrece propiedades vigorizantes.
La mezcla de la bravura indígena y la “chicha” ha provocado en el pasado serios enfrentamientos entre las diferentes comunidades que participan en la “Toma de la plaza” de Cotacachi, lo que se ha convertido en una razón para que los comuneros utilicen enormes sombreros de cartón reforzado para protegerse de eventuales golpes.
“Los sombreros nos protegen de los golpes” que se pueden dar con los látigos que ondean los indígenas durante el baile, añadió De la Cruz.
La “Toma de la Plaza” se produce los días 24, 25, 29 y 30 de junio, una temporada en la que los indígenas de esta parte de Ecuador “botamos todo el estrés” y “nos renovamos” para luego continuar con nuestras faenas agrícolas, agregó De la Cruz.
Esta celebración es milenaria, según comentó el líder indígena, quien recuerda que lo del zapateo y la entonación del pingullo y la flauta los aprendió de sus padres y abuelos.
Tampoco hay que olvidar “la bravura que hemos tenido históricamente los pueblos indígenas”, agregó al recordar que para la cosmovisión andina, “no existen seres inanimados, todos son seres vivos, como las rocas, las montañas, los ríos”.
“Por eso aquí bailamos al frente a nuestro Taita (padre, en quichua) Imbabura y de nuestra mama (madre, en quichua) Cotacachi”, aseguró De la Cruz en referencia a las dos grandes montañas que vigilan el valle de Cotacachi.
Según él, la celebración es importante porque en ella se enmarca “la rica diversidad cultural del Ecuador” y la convivencia armónica entre los diferentes pueblos que habitan el país.
Pero el Inti Raymi se celebra prácticamente en todas las comunidades indígenas del Ecuador, por su coincidencia con el tiempo de las cosechas.
En otros sectores, la celebración implica la preparación de “pamba mesas” o comedores con los manjares recién cosechados para que degusten todos los miembros de la comunidad.
También la “chicha” es la bebida que por excelencia se sirve durante la Fiesta del Sol, en una tierra donde el astro deja caer sus rayos de forma perpendicular.
El efecto de ese fenómeno sobre los cultivos provoca que en esta época las cosechas sean abundantes, un buen motivo para celebrar. (EFE)
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