Bolivia es un país pequeño y subdesarrollado. Es uno de los países más pobres del continente americano y tiene una clase política muy parecida al del resto de América Latina donde lo popular, ordinario y la chabacanería de sus líderes suele ser fuertemente celebrado. Las élites y las clases populares tienen los mismos gustos y comparten el nacionalismo-patriotero exagerado y el folclore. “La idea de grande nos es familiar y común. Las montañas pasman; los ríos son enormes brazos de mar; las llanuras desmesuradas hacen concebir la idea del infinito. Fauna y flora muestran una variedad y riqueza sorprendentes; los sentidos están hechos para percibir lo enorme, lo grandioso; y la imaginación sólo concibe lo mejor y lo perfecto. Poco curiosos, no teniendo al alcance de la vista sino el espectáculo de nosotros mismos, ignoramos el valor de lo demás. Circunscrito el país dentro de sus propias fronteras, sin contacto frecuente con las demás naciones, sólo le interesa la contemplación y la valoración de sus propios medios”.
Las noticias son aburridas, los problemas son los mismos casi siempre. Los espacios informativos televisivos pasan la semana con tres temas centrales: la crónica roja, la crónica rosa y los accidentes de tránsito. El crimen y todo lo que podemos relacionarlo ocupan más del 75% de los informativos; el porcentaje restante es campeado por los accidentes de tránsito, los cuales aburren hasta el cansancio, ya que son recurrentes. Cosas como, por ejemplo, el exceso de velocidad, el mal uso del cinturón de seguridad o, en el mejor de los casos, gente imprudente que al estar delante de un volante decide beber alcohol en exceso y conducir; la crónica rosa también tiene un sector relevante, la farándula tiene sectores generosos que intentan tenernos al borde de nuestras emociones. Los espacios sobre política y deportes son una obligación que no parece interesar a los productores. Posiblemente, por ser un espacio aburrido y tener a los mismos actores políticos y jugadores de fútbol por más de diez años consecutivos con los mismos problemas y los mismos discursos.
Es raro cuando pasa algo extraordinario (muy divertido) y podemos catalogar de “bomba” la lucha frontal del “Mozart boliviano” Fabio Zambrana contra la TV basura. Los programas televisivos que se dedican a la farándula en Bolivia son escasos, el más “grande” y único es “Divinas y famosos”. Es un programa aburrido, largo, con grandes sectores de publicidad y con un par de minutos para adentrarse en el día a día de los “famosos”, los cuales son escasos y locales. Los “famosos” que aparecen en el programa de farándula no son conocidos a nivel nacional. Simplemente, son personajes que viven en Santa Cruz de la Sierra y nada tienen de extraordinario. Los presentadores del programa dedicado al “jet set” tienen divertidas discusiones y puntos de vista al cual más disparatado y cuentan con un periodista que cubre entrevistas sobre “escándalos” de los “famosos”.
A nuestro “famoso” cantautor al parecer le molesto el acoso que sufría de parte de este programa y declaró la guerra hasta sus últimas consecuencias a la TV basura. Por suerte, Fabio Zambrana vive en Bolivia y no en Argentina, Brasil, México y una infinidad de países donde los programas de farándula proliferan como las moscas y son un negocio muy rentable, ya que no podría resistir el acoso de los medios de comunicación que quieren saber datos insignificantes de sus hábitos diarios.
La pelea contra la TV basura es una lucha perdida. Las televisoras bolivianas son pobres, les resulta más barato importar contenidos malísimos de Perú, México, Brasil, Argentina y Colombia. Los programas que se presenta en horarios estelares son franquicias a cual peor y parecen que cumplen con las expectativas de los televidentes. La paradoja de todo esto es que quien comienza la lucha contra la TV basura se alimentó de ésta durante mucho tiempo, ya que gran parte de su obra tiene esos estándares.
Para terminar, simplemente voy a citar unas profundas líneas de la obra de Fabio Zambrana que nos ejemplificará la batalla por una “mejor televisión”: “¡que huevada…! ¡Ay, que huevada!”.
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