La noticia de perfil
Soy bolivarista desde mi primera infancia, cuando no tenía dinero suficiente para comprar mi entrada e ingresé al Estadio de Miraflores que todavía no se llamaba Hernando Siles, porque éste acababa de ser presidente.
Esta confesión la hice sin rubor ante mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo muchas décadas antes de que nuestro presidente vitalicio Evo pateara una pelota de trapo en los campos de Orinoca. Mis palabras impresionaron a la cholita periodista, quien no sospechaba mi pasado futbolero, como ningún ciudadano imaginó ver correr tras un cuero inflado mostrando las canillas al principal enemigo de Donald Trump, Evo Morales.
Rememorando los placidos años de mi niñez, aún admiro a un arquero del Bolívar que se llamaba Walter Saavedra, pocos años después de que el legendario Mario Alborta había colgado los cachos, por lo que tuve que contentarme con ser amigo de sus descendientes, que eran tan bolivaristas como yo.
La cholita cochabambina me confesó que nunca había imaginado que andando los años iba a trabajar como la discípula periodística de un hincha apasionado del Bolívar, momento que aproveché para contarle que fui amigo del tarijeño centro forward Mario Mena, el único hijo del Guadalquivir que dirigía la delantera del Bolívar, allá por los años cuarenta. Al hablar de Mario Mena cómo no recordar a Chingolo Orozco, cuyos años gloriosos culminaron jugando con Víctor Agustín Ugarte, más conocido como el Maestro Ugarte, nacido en Tupiza.
Con el correr de los años mi admiración bolivarista pasó a dirigentes inolvidables como Chichi Siles, Mario Mercado Vaca Guzmán, Alberto Alem, y Jorge Lonsdale. Todos ellos artífices de las glorias bolivaristas durante gran parte del siglo pasado, y también de resultados lamentables como un descenso de categoría que mandó a Bolívar a jugar los sábados, lo que sacó a relucir la garra del Club Celeste, pues logró llevar más público los sábados al Estadio de Miraflores que cualquier domingo reservado para los equipos de 1ra división.
La cholita se enterneció al escuchar desgranar mis recuerdos de niño, joven y adulto, además de anciano como hincha del equipo más celeste. Lo que más le conmovió a mi comadritay fue saber que mi casi total ceguera me obliga a imaginar los episodios futbolísticos ayudados por los relatos radiofónicos. ¡Qué le vamos a hacer! Así terminamos todos los cracks, cosa que debería tener en cuenta el Presidente Vitalicio que hoy juega en primera división y por la ley de la vida descenderá a divisiones inferiores al cabo de unos años.
Macacha me abrazó y me dijo… ¡Viva el Bolívar Campeón 2017!
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