Festejos del mes de julio

El primer día del mes de julio comienzan los festejos recordatorios de la Revolución del 16 de julio de 1809 en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, pues en esa fecha los patriotas paceños se levantaron y tomaron el poder político de manos del poder colonial español, dando lugar a la instauración del primer gobierno libre de América indohispánica.

Lamentablemente en algunos medios de comunicación, en especial los televisivos, debido seguramente a falta de información y conocimientos históricos, se suele hablar de esta fecha histórica como de “aniversario de La Paz”, confundiendo con la fecha de fundación de la ciudad, que es el 20 de octubre, fecha en la que el año 1548 el capitán Alonso de Mendoza a la cabeza de un grupo de soldados españoles fundó por encargo de La Gasca la ciudad de Pueblo Nuevo o Nuestra Señora de La Paz.

También es muy frecuente en los medios y en boca de autoridades hablar del “mes juliano”, en vez del mes de julio o fiestas de julio, pues las “julianas” eran las prostitutas que en las celebraciones en la antigua Roma, recordatorias de Julio César, acudían a la ciudad de Roma, de tal manera que el término de “julianas” era sinónimo por muchos siglos de prostitutas.

Otro error muy frecuente, al referirse a la revolución paceña, es utilizar la frase de “el primer grito libertario”, en una competencia sin sentido con los chuquisaqueños, que al alboroto del 25 de mayo de 1879 le dio esa categoría, cuando en verdad fue ya a fines del Siglo XVI en Potosí, en las luchas entre los vicuñas y los vascongados, y fue el cabecilla de los vicuñas, don José Alonso de Ibáñez, que habiendo sido tomado prisioneros en Cebadillas, fue condenado a muerte con varios de sus lugartenientes el 15 de mayo de 1617, por disposición de don Pedro de Ibarra, Justicia Mayor de Potosí, juzgado por haber ofrecido la emancipación de la colonia española.

El tal grito libertario viene del que pronunció el cura Hidalgo en México proclamando la lucha por la independencia. La Revolución de Julio en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz fue una verdadera revolución, pues se tomó el poder político y se instauró un régimen de gobierno independiente de la colonia española, poniéndose en ejecución una serie de medidas de gobierno, así como una proclama independentista elaborada en las logias secretas, que eran logias masónicas.

El término de “libertario o libertaria” está mal interpretado, pues libertario es sinónimo de anarquista y libertaria de anarquía, es decir la ausencia absoluta de gobierno, tal como lo sustenta esa corriente filosófica política, y la revolución fue libertadora, es decir que se rompía con la estructura vigente antes de ese hecho histórico.

En este mes de julio, los paceños, los bolivianos y toda América Latina deberíamos recordar y homenajear la memoria de los mártires, los miles de patriotas anónimos, varones y mujeres, que ofrendaron sus vidas, haciendas, familia y tranquilidad, por legarnos una patria libre e independiente, una república soberana y una estructura de gobierno democrática -aunque muchos tiranos sometieron al pueblo a su barbarie- y en especial los paceños con un espíritu profundamente patriótico y defensor de la libertad, pues las luchas por la independencia tuvieron especialmente por escenario esta parte del Alto Perú.

La ciudad de Nuestra Señora de La Paz, en el transcurso de la lucha independentista, fue varias veces tomada y retomada, por patriotas y milicia española, en 1811 por Casimiro Irusta y retomada, por el feroz español Juan Ramírez.

En 1814 fue tomada la ciudad por Pinelo y el cura Muñecas, en 1816 por el gobernador Mariano Ricafort que sentenció: “en esa ciudad (La Paz) no dejaré otros tesoros que lágrimas y sangre”, haciendo fusilar a más de un centenar de patriotas.

En las memorias del general Pezuela, refiriéndose a la ciudad de La Paz, dijo: “En esa infeliz y bárbara ciudad, se tuvo la nota de ser entre las demás la peor y más enemiga del rey, de todos los europeos y criollos fieles y honrados, desde el 16 de julio de 1809, llegando incluso a tal extremo de que las mujeres tomaron acalorado partido”.

El autor es abogado y politólogo.