• “Cualquier intento de poner en peligro la soberanía nacional será absolutamente inadmisible”, advierte el Presidente chino en la investidura de la nueva mandataria local.
Habían pasado apenas unas horas desde que el presidente chino, Xi Jinping, advirtiera, rotundamente, que cualquier veleidad rebelde en el territorio autónomo de Hong Kong sería “absolutamente intolerable” para Pekín. En un firme desafío a sus palabras, cerca de 60.000 personas según los organizadores, se lanzaron a la calle por el centro de la ciudad para participar en la manifestación anual del 1 de julio, el aniversario de la vuelta de la excolonia a la soberanía china hace 20 años, y reclamar más democracia y la puesta en libertad del disidente Liu Xiaobo, el premio Nobel de la Paz condenado a once años de cárcel y hospitalizado esta semana fuera de la cárcel porque está enfermo terminal de cáncer.
“Promesas falsas y una muerte lenta, 20 años de devolución”, se leía en un cartel. “Primero asesinan a Liu Xiaobo, después matarán a Hong Kong”, rezaba otro. “Un País, Dos sistemas, ¡Qué Mentira!”, denunció otro más.
Más allá, una pareja repartía pegatinas reclamando la vuelta de Hong Kong a la soberanía británica. Los jóvenes del partido prodemocracia Demosisto instaban a resistir contra las presiones de China. Más adelante, una banda de Falun Gong, la secta religiosa prohibida en el país, tocaba la Marsellesa. Banderas taiwanesas, del movimiento LGBT, paraguas amarillos símbolo del movimiento estudiantil que paralizó el centro de Hong Kong en 2014.
GRANDES MOTIVACIONES
Este año, la visita de Xi Jinping para conmemorar el 20 aniversario de la devolución ha sido una de las grandes motivaciones para que la gente saliera a la calle. China, aseguran, trata de limitar cada vez más las libertades incluidas en el principio “un país, dos sistemas”, por el que Pekín se compromete a respetar “al menos” hasta 2047 privilegios como la separación de poderes o la libertad de prensa en el enclave.
Temen que Hong Kong acabe siendo engullida por la gigantesca “madre patria” y se convierta en una ciudad china más. Y contra eso, reclaman la capacidad de poder votar a sus representantes y que el gobierno autónomo decida por sí mismo.
COLONIA BRITÁNICA
“No queremos ser parte de China. Hemos pasado de ser una colonia británica a ser una colonia de Pekín, y Pekín está haciendo lo que puede para recortar nuestras libertades. Hay cosas que se palpan; la autocensura en los medios, por ejemplo. O el secuestro de los libreros (que vendían obras prohibidas en China) el año pasado. Queremos ser un enclave autónomo”, explicó Alex Man, un ingeniero de software de 30 años.
Abundaban los retratos y los lemas en favor de la libertad de Liu Xiaobo. El anuncio de la enfermedad del premio Nobel, diagnosticada demasiado tarde en la cárcel, ha sacudido a muchos, que ven en el sino del disidente paralelismos inquietantes con la suerte que pueda correr Hong Kong.
TRATA CHINA
“Liu Xiaobo es una persona que ha dicho la verdad, que ha hablado según su conciencia. Ya vemos cómo trata China a quienes dicen la verdad. Y así tratará a Hong Kong”, declaró Steve, un especialista en tecnología de 35 años que, tajante, proclamaba que “Hong Kong también se está muriendo”.
Aunque en otros casos, el tono era de resignación. “Tenemos que elevar la voz, pero no podemos hacer mucho, la esperanza es muy baja. Aún así, espero que cada vez más gente piense en el futuro de la ciudad”, se lamentaba Kara Losinying, de 30 años y trabajadora de una ONG.
CRÍTICAS
Leung Chun-yin, el anterior mandatario en la ciudad, ha sido una vez más blanco de las críticas de sus conciudadanos. Su foto impresa sobre un gran fondo blanco era la diana para que los participantes pegaran en su cara emoticonos de calaveras o la típica “caca” del WhatsApp, pero si no se quedaban contentos con eso, podían golpear un muñeco de aire con su imagen y así descargar su ira. (EL PAÍS)
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