¿Nacionalizar la corrupción?

Con ese mismo título, pero sin los signos de interrogación, el periodista Humberto Vacaflor publicó una interesante nota en EL DIARIO (2-VII-17), en la que sugiere “nacionalizar la corrupción”, en este caso, tratándose de las comisiones (o coimisiones) que las empresas que le venden algo al Estado tienen que pagar a los funcionarios públicos encargados del convenio.

Vacaflor sugiere que el valor de esa comisión que generalmente es del 10% en relación con el precio de venta o construcción de alguna obra, vaya directamente al Estado y no al funcionario. La idea es magnífica y si el gobierno emitiera una ley en ese sentido, la norma sería realmente beneficiosa para las instituciones estatales.

ANTECEDENTES

La corrupción también tiene su “historia”. Desde el momento en que en el mundo apareció el dinero y por supuesto su intercambio, siempre han aparecido también los funcionarios “vivos” para obtener beneficios a su favor.

A nuestro país también llegó ese vicio y en todo tiempo, las denuncias sobre el tema han sido permanentes. Esa y no otra, es la razón por la que muchos audaces se dedican a la política (o politiquería) para lograr ubicaciones de privilegio y tener acceso a esos convenios.

EN PROVINCIAS

Por efecto de la Ley de Participación Popular emitida por el gobierno del Sr. Sánchez de Lozada, ahora las alcaldías provinciales tienen considerables ingresos económicos y es ahí donde ese dinero circula en forma pródiga, especialmente en adquisiciones y obras públicas con el consiguiente pago de “coimisiones”. Muchas de esas construcciones quedan inconclusas, el trabajo es deficiente pero los pagos fueron puntuales. Sobre ello dos ejemplos visibles: el mercado municipal de Chulumani y la nueva alcaldía de Irupana; obras gigantescas que probablemente serán demolidas (derroche de dinero estatal).

“LIBROS”, REVISTAS…

No faltan también personas audaces que autotitulándose de “escritores”, se dedican a editar “libros” con informes de trabajos de poca importancia; revistas con el mismo contenido; y hasta lujosos almanaques donde figuran grandes fotografías a todo color de alcaldes y concejales que tal vez nunca han visto impresas sus imágenes y por tal motivo el dinero municipal es emitido irresponsablemente ¿Alguna institución gubernamental controla esos excesos de vanidad?

Innumerables denuncias públicas a las oficinas gubernamentales de “transparencia” han quedado en nada y en el transcurso del tiempo esos “editores” continúan con esos negocios.

MAL INVENCIBLE

A tales extremos ha llegado la corrupción administrativa que según nuestra opinión, por más que se dicte las leyes más severas, el mal será invencible porque parece que mucha gente lleva la picardía criolla en la sangre.

GRAN CARCAJADA

Pero, en fin, soñar con una “nacionalización de la corrupción” relativa a eliminar las “coimisiones” a funcionarios públicos, es una intención positiva aplaudida por muchos (ingenuos) optimistas, pero que seguramente ocasionará una sonora y gran carcajada en ese numerosísimo conglomerado de “vivos” y oportunistas que como rémoras se inscriben en partidos políticos ocasionalmente gobernantes, actúan entre las sombras y no se muestran públicamente.

¡Oh, corrupción, cuántos nuevos ricos bendicen tu nombre!