La ejecución de obras es lo que más preocupa a las gestiones municipales y es completamente razonable y plausible. Empero, en una urbe hay también detalles que atender.
Uno de esos casos puede ser el caos que prevalece en la urbe sobre direcciones de calles y avenidas, a lo que se adhiere el desorden y hasta la inexistencia en la numeración de los inmuebles.
Estos temas parecen subsidiarios para las preocupaciones municipales, pero no se toma en cuenta que el vecino o ciudadano común tropiezan a diario con problemas mayúsculos cuando tienen que dirigirse a alguna calle y buscar una casa sobre la base de la numeración.
Lastimosamente, en La Paz existen estas deficiencias que en casos se tornan en desesperantes, porque el nombre de la calle que se le dio no existe y peor todavía la numeración es desordenada o sencillamente luce por su ausencia.
Situaciones de esta naturaleza se producen con mayor frecuencia con el crecimiento urbano. En unos casos porque se crea nuevos barrios o en otros no se ha tomado las previsiones municipales para que tengan el ordenamiento necesario en cuanto a nominación de calles y numeración continuada de inmuebles.
En las ciudades debidamente organizadas lo que no puede faltar es la colocación de los nombres de las calles en cada esquina. Esto ocurría en el pasado en La Paz, pero con el surgimiento de nuevas urbanizaciones no se toma las medidas de rigor en este orden, que es imprescindible para su buen funcionamiento.
A ello se añade que no existe la numeración de inmuebles pertinente, es decir que efectivamente cada uno de ellos tenga la que le corresponda. Por la inoperancia de anteriores gestiones municipales no se prestó atención a este detalle, pese a la importancia vital que tiene para que un vecindario reúna todas las condiciones imprescindibles en materia de organización.
Dado el enorme crecimiento que se ha operado en la ciudad de La Paz en las últimas décadas, con la creación de nuevos barrios y urbanizaciones, el problema actual que se confronta públicamente es el ordenamiento respectivo que debe tener para conservar esa su condición.
Al presente, el caos que prevalece en la organización y funcionamiento de la urbe es como si fuera un área pueblerina, donde, efectivamente, no hay características de ciudad, con la aplicación y cumplimiento de normas básicas para la organización urbana.
Antes de pedirle a la Municipalidad que realice nuevas obras, en muchos casos más decorativas que funcionales, lo que hay que solicitarle es que ponga orden a la urbanización de La Paz. Las subalcaldías creadas son puramente nominales.
Esto se observa, por ejemplo, en el barrio de Obrajes, donde desde hace años no se levanta ni pone una piedra que se necesite. Al lado de la propia Subalcaldía funciona un complejo educativo, desde en la mañana hasta en la noche. Sin embargo, en esa cuadra hace mucho que se deterioró la acera y ahora es una mezcla de residuos de asfalto y de tierra.
Si esto sucede en la vecindad de la Subalcaldía, no puede esperarse que otros sitios del barrio sean atendidos. De esta manera se tiene cuadras en buen estado y otras de pura tierra.
Insistimos en mencionar el lugar, porque se supone que Obrajes es un barrio residencial y que por todos los inmuebles se paga impuestos, pero estos recursos no son invertidos en su mantenimiento, menos en su embellecimiento. Últimamente, incluso se arrancó de su base un hermoso busto dedicado a la madre, que estaba situado dentro del parque del barrio y nadie explica las motivaciones del retiro, por lo que, en los hechos, se convierte en un atentado a su ornato.
Si todo esto sucede en un barrio de ese rango, qué descuidos o abandonos se producirán en otros, muchos de los cuales pueden ser de modesta condición, aunque esto mismo es atribuible a que nadie les presta la atención que merecen, pese a ser parte de una ciudad que, además, es la sede del Gobierno nacional.
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