Grandes educadores
Dr. Edgar Ruiz Botello e Ing. Edgar Ruiz Bonilla
El “Profesor de Estado” Alfredo Ayala Zeballos, como él se presentaba, fue docente de las materias de Geografía e Historia de los colegios Don Bosco y Alemán de la ciudad de La Paz, entre otros, los años 1954 a 1985 aproximadamente.
Escribió varios libros de Historia y Geogra-fía Universal y de Bolivia, siendo en su tiempo éstos libros, referentes nacionales, razón ésta que nos impulsa a analizarlo en este artículo. En sus textos usaba mucho los “cuadros sinópticos” (llaves) como resumen. Analizándolo, fue un investigador, analista, escritor y difusor de su obra, tal vez mal comprendido.
Tenía un método muy particular, para impartir y calificar a su clase, éste consistía en:
Ordenaba a su curso en los pupitres, desde el que tenía más nota al de menor nota.
En cada clase, con preguntas orales a un estudiante, luego al que se encontraba detrás de éste y así sucesivamente lograba que los estudiantes se movieran en los bancos y por ende en su escala de calificaciones.
Siendo las preguntas, orales de cualquier tema, avanzado hasta ese instante, las cuales había que responder en unos 10 segundos, era muy difícil de hacer trampa. Los estudiantes repasaban todo el tiempo toda la materia.
Entre algunas de sus preguntas que quedaron en el recuerdo se tienen:
Había un estudiante, cuyo padre se dedicaba a almacenar bolas de goma de 80 centímetros de diámetro, en su comercio, y una vez el Profesor Ayala pregunto a la clase “¿qué se llamaban las bolas de goma que se exportaban de Bolivia hacia Europa y Estados Unidos?”, es así que apuntó con su dedo a un estudiante para que respondiera, éste, como siempre entró en stress y no pudo responder, luego el Prof. Ayala apuntó con su dedo al que se encontraba detrás y así sucesivamente y nadie respondía la pregunta, hasta que la interrogante llegó al estudiante cuyo padre tenía almacenados éstas bolas de goma en su comercio, el estudiante se dijo, “pero si yo tengo en mi casa esas esferas de goma”, y cuando la pregunta le llegó, respondió fácilmente, “se llamaban bolachas” y el Prof. Ayala, le ordenó “suba usted al primer lugar de la clase”, mostrándole el pupitre más preciado, que representaba el primer lugar de la clase y la máxima nota en la libreta. Esta anécdota la recuerdan hasta ahora los estudiantes de la Promoción 1965 del colegio Don Bosco.
En otra ocasión con la promoción 1959, la pregunta fue: “¿qué se llama la persona que repara los cables del telégrafo cuando se rompen?”, igual, nadie respondía, hasta que un estudiante recordó que en su pueblo, te-nía un vecino que arreglaba esos cables y le decían “corrector o guarda líneas”, y así respondió, subiendo al preciado “primer lugar de la clase”, y así también asegurando siquiera una nota de 5 sobre 7 en su libreta. Por de-más está decir, que el último de la clase siquiera tenía un 3,6 sobre 7 o tal vez una menor nota.
¿Y cómo impartía su clase el Prof. Ayala?.
En 1957, al parecer mediante una beca, había logrado realizar un viaje por barco desde Bolivia hacia Europa. Entonces en cada clase mencionaba “lo que yo les cuento, no lo hago de memoria, como otros, yo he estado allí, he vivido”. Como raro docente de la actualidad, tenía varios libros escritos por él, de Geogra-fía e Historia, entonces el estudiante podía leer sus textos que eran referencia para el avance de la materia. A cada clase traía sus mapas donde cada estudiante debería ubicar por ejemplo el “Estrecho del Bósforo”, los “Montes Urales”, la “Cordillera del Himalaya”, el “Nudo de Villcanota”, etc. Nuestro Prof. Ayala era ex combatiente de la Guerra del Chaco, es así que también contaba que era ayudante del telegrafista en la guerra y como sabía leer, llevaba los mensajes del telégrafo en el conflicto bélico.
Nuestro personaje no tuvo hijos, no be-bía, no fumaba, vestía siempre traje con un impermeable, portaba un maletín pesado, donde llevaba todos los libros escritos por él y en las manos varios mapas, que trabajosamente transportaba por la calle Landaeta de la ciudad de La Paz, donde vivía, tal vez solo se encontraba un poco pasadito de peso y eso que se lo veía siempre caminando.
En el “primer sorteo de facturas de Impuestos Internos” que existió en Bolivia, fue muy afortunado, porque le tocó un Volkswagen escarabajo cero kilómetros.
Al parecer era muy querido por los estudiantes, es así que la Promoción 1967 (éste 2017 cumple sus “Bodas de Oro”) del colegio Don Bosco y lleva su nombre, cuya inscripción se puede apreciar actualmente en la plaqueta en la puerta de la Basílica María Auxiliadora en El Prado.
Este querido Profesor, físicamente ya nos dejó, ¡pero sus anécdotas y enseñanzas, quedaron para siempre!.
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