La ciudad de La Paz es maravillosa por su geomorfología especial que otorga belleza al escenario donde mora, al que su ocupante no añade más adornos, ni siquiera lo protege. Vemos al Illimani, ese coloso de belleza infinita, cuyas nieves disminuyen cada vez, declarado Monumento natural de la ciudad, pero que está al vaivén de mineros cooperativistas a quienes poco o nada les importa su conservación; hasta se dice que está lleno de chinos, como en todas partes. Está esa ladera de Irpavi que se suponía sería el pulmón de la zona Sur, depredada por loteadores y constructores, que siguen su labor destructora; están los miradores naturales que mejor diseñados y protegidos serían sitios obligados de turistas que contemplen la Cordillera Real y la ciudad en sus 360º. En fin, muchas montañas que rodean la ínclita ciudad, que en lugar de la angurria de loteadores, debían ser el cordón verde que rodee la urbe.
Sin que tal vez nadie lo repare, menos los funcionarios de la Alcaldía Municipal de La Paz, existen dos promontorios en la zona de Bajo Llojeta, después del Cementerio Jardín, dos colinas que se yerguen del suelo, terminando en afilados perfiles que en conjunto son de una primorosa hermosura. Todavía no están avasallados por los equipos pesados; pero hemos visto en uno de ellos un letrero que dice: “Condominio privado”. ¿Puede ser propiedad privada ese conjunto de naturaleza virgen no hollada por la planta del hombre? Pero como todo es posible en esta ciudad “maravilla”, una caterva de individuos -donde no faltan originarios, arquitectos, abogados y funcionarios- fabrica títulos y se apropia sin reparo alguno de cualquier baldío que debiera ser fiscal o municipal.
Las montañas a que aludo son espectacularmente hermosas, que por sí solas ya son un atractivo singular. Qué serían si el hombre les añadiera pinceladas creativas, pero respetando su natural silvestre y les añadiera iluminación nocturna, por ejemplo; tendría el barrio de Bajo Llojeta un verdadero lugar de inigualable atracción y la ciudad de La Paz agregaría otra maravilla a su rodela.
Esta iniciativa queremos agregarla a las de la Alcaldía de La Paz, que ha convocado para dotar de atractivos a las distintas zonas de esta ciudad que realmente puede ser maravillosa.
Basta dictar una Resolución u Ordenanza declarando al lugar Monumento Natural Municipal y luego dotarle de un exiguo presupuesto para su protección e iluminación nocturna, que puede dar espectacularidad a esos dos bellos promontorios, antes que sucumban ante la furia incontenible de los loteadores. Y qué mejor cumplir esta necesidad de establecer un Monumento Natural en estos días de rememoración patriótica de los paceños.
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