Auténtico milagro

Para concluir la dramática historia de Yolanda Doria Medina, los sufrimientos que padeció durante 50 años, tal como lo relata en su libro “50 años luchando contra el cáncer”, tienen un final insólito que simplemente puede calificarse como milagro, pese a que numerosos médicos la atendieron, después de las últimas operaciones y de constatar los tumores que tenía, uno junto al esternón, uno en el pulmón, otro en la cresta de la cadera y otro en un riñón, los cuales fueron atacados con la última técnica conocida, el “cyberknife”. En enero del 2014 de retorno a La Paz, porque los resultados iban a demorar y todavía acongojada por la reciente muerte de su madre, tuvo que retornar rápidamente a Miami, donde la llevaron de emergencia al hospital Mercy.

Luego otro retorno a La Paz, donde celebraron su cumpleaños con una misa; después de este acto ella se sintió muy mal, era atendida las 24 horas al día por una asistente Guichi y otras dos enfermeras. Todo era dolor y sufrimientos.

Le habían dicho que le quedaban tres meses de vida y se dedicó, en los cortos momentos de lucidez a organizar sus papeles para dejar las cosas en orden a favor de su hija Alejandra.

Había transcurrido un mes y medio de los tres meses de vida que le habían anunciado que le quedaban, pero ella seguía aferrada a la vida, convencida de que aún no era su momento. Sin embargo, al iniciarse los 45 días que le faltaban sintió que tenía fuerzas para levantarse de la cama, se sentó en la cama y cuando entró Guichi quedó sorprendida de que ella se hubiera levantado sola.

Le preguntó: ¿Quién la ayudó? Nadie, respondió Yolanda. Luego se levantó y empezó a caminar en el dormitorio. Se dirigió a un pequeño nicho, donde tenía una imagen de la Virgen. No sentía dolor, sentía que estaba viviendo un milagro y le agradeció al Divino Niño. A su posibilidad de caminar se añadió la sorpresa de que sus dolores habían desaparecido.

Llamó a su hija y le comunicó que estaba viviendo un milagro y ella le respondió: ¿Ves, mamá?, los milagros existen. Todos los parientes que venían a verla, entre otros su hermano Samuel, quedaron sorprendidos por este cambio notable.

Llamó a sus médicos en Miami para contarles que estaba viviendo un milagro y ellos le respondían que los milagros no existen.

Para que vieran su nueva realidad viajó a Miami, solicitando entrevistas con el doctor Vila, con el doctor Berti, quienes le hicieron hacer los exámenes de pet scan y otros, los cuales confirmaron que los tumores cancerígenos habían desaparecido. Evidentemente estaban comprobando científicamente que había sucedido un algo inexplicable.

Cuando visitó al Dr. Berti y éste la vio caminando se cayó sentado en su silla totalmente sorprendido. Le preguntó sobre el tumor del cerebro, ella le mostró el CD del Pet, nada había.

Mirando otros resultados que tenían en imágenes, decía en voz alta: “Cerebro, nada, pulmones, nada, riñones, nada, columna, nada, huesos, nada”.

Con todo lo científico que era tuvo que reconocer que estaba ante un verdadero milagro.

Yolanda concluye que en su vida, pese a todos los dolores que padeció por causa de los terribles tumores que le ocasionaron diversas formas de cáncer, tuvo la suerte de tener una hija, exitosa, tres nietos que ella adora y una familia que la ha acompañado a lo largo de la vida, por lo cual está agradecida a Dios y el destino. Como muestra de fe y mensaje de esperanza para otros que sufren de numerosas enfermedades y dolencias, ella decidió escribir su libro, que realmente muestra a una mujer de valor que lo supera todo con un acto final de fe, cuya respuesta es un verdadero milagro.