Nuevo estudio no arroja nuevas conclusiones sobre la supuesta desaparición de las abejas

Por: Mauricio Rodriguez, Ph.D.


El estudio realizado en Alemania, Hungría y Reino Unido, analizó 258 variables para evaluar el impacto de los neonicotinoides en las abejas. 238 (92%) no mostraron efectos de los neonicotinoides en las abejas. 9 (3.5%) mostraron efectos negativos y 7 (2.7%) mostraron efectos positivos. Estas cifras indican que no se pueden generar conclusiones definitivas derivadas del pequeño número de efectos negativos y positivos observados.

La revista científica Science publicó recientemente los resultados de un estudio a gran escala acerca de los efectos de los insecticidas neonicotinoides sobre la salud de las abejas. El estudio fue liderado por el Centro de Ecología e Hidrología, CEH, del Reino Unido, en cultivos comerciales de canola en Alemania, Hungría y Reino Unido. Tuvo un costo de 3.6 millones de dólares y fue financiado principalmente por dos compañías de la industria de protección de cultivos.

Una revisión crítica y realista del estudio mencionado realizada por Slate y el Genetic Literacy Project destaca que este estudio ofrece más de mil páginas de datos crudos que servirán a los científicos interesados en avanzar en la investigación sobre el control de plagas con neonicotinoides. Resalta que el estudio se aproximó a condiciones reales, en campo, lo que contrasta con la mayoría de estudios publicados, que solo ofrecen datos de laboratorio en condiciones artificiales de exposición de las abejas a los neonicotinoides.

EL ESTUDIO EN EUROPA

Lo primero que se debe tener en cuenta es que el estudio se realizó en 3 países diferentes en Europa: Alemania, Hungría y Reino Unido con 3 especies diferentes de abejas: abejas melíferas, abejorros y abejas solitarias (Apis mellifera, Bombus terrestris y Osmia bicornis), utilizando 2 tipos de insecticidas neonicotinoides en cultivos de canola. Este estudio de gran escala, se realizó en 33 campos diferentes (9 en Alemania, 12 en Hungría y 12 en Reino Unido); realizando 42 pruebas para cuantificar 258 puntos finales o parámetros primarios y secundarios, generando más de mil páginas de datos. La publicación de Science la semana pasada presenta apenas una pequeña fracción de los datos.

En resumen, de los 258 puntos finales estudiados, el 92% (238) no mostraron efectos. Solo 16 puntos finales mostraron efectos (los 4 restantes no produjeron datos), 9 (3.5%) mostraron efectos negativos y 7 (2.7%) mostraron efectos positivos por el uso de neonics. Es importante entender que el margen de error, en el que se pueden observar resultados insignificantes estadísticamente, es del 5%. Esto significa que no se pueden generar conclusiones definitivas derivadas del pequeño número de efectos negativos y positivos observados.

Los datos arrojaron además otras contradicciones, tales como la dificultad de abejas trabajadoras y zánganos para sobrevivir el invierno en el Reino Unido, mientras que la misma especie de abejas aumentó en Alemania. Igualmente, la producción de huevos de abejas aumentó en Alemania, al tiempo que disminuyó en Hungría.

En los casos en los que hubo problemas en la salud de abejas, fue evidente que no era por causa del uso de los insecticidas. En Hungría, las abejas sufrieron de una grave infección por hongos. En Reino Unido las abejas fueron arrasadas por infestación de Varroa destructor, incluso las abejas de grupos control sin exposición a neonics sufrieron pérdidas 400% mayores que el promedio nacional durante el periodo de estudio. Esto demuestra que el estudio estuvo mal diseñado y, en el mejor de los casos, deja serias dudas sobre la validez de los datos en general.

También es importante aclarar que en ninguna región del mundo las abejas melíferas están en peligro de extinción. Por ejemplo, en Canadá las poblaciones de estos insectos subieron a cifras record, al tiempo que ha incrementado el uso de neonicotinoides en cultivos de canola en el oeste de ese país, donde también se origina el 80% de la miel producida en Canadá. De hecho, la población global de abejas melíferas ha venido incrementando de manera importante desde 1960, con modestas disminuciones debidas a infestaciones por Varroa a finales de los años 1980s y mediados de los 2000s.

Así que, contrario a lo que aseguran algunas organizaciones e individuos, las abejas no están desapareciendo, aunque han sido seriamente amenazadas por infecciones de virus e infestaciones por ácaros.

Es importante reiterar que este estudio ayuda a enfatizar la complejidad de estudiar los diferentes factores que pueden llegar a afectar la salud de las abejas, incluso los plaguicidas y otras sustancias químicas liberadas al ambiente por la agricultura tradicional o la orgánica y por muchas otras actividades en las que interviene el hombre, incluyendo la apicultura misma.

Desafortunadamente, las acciones de quienes claman por la prohibición de neonicotinoides, distraen la atención y esfuerzos por solucionar amenazas reales como la Varroa. Lo anterior con consecuencias graves como las que se observan en Europa donde, debido a las restricciones en el uso de estas moléculas, se ha presentado disminuciones significativas en la producción agrícola tanto de canola como de otros cultivos, así afectando incluso la disponibilidad de alimento para las abejas mismas. (07-17).

 
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