Situación de la ciudad y departamento de La Paz

Sin duda, las marchas y bloqueos que a diario contempla indefensa la ciudad de La Paz son el peor perjuicio que sufre su menguada economía, confinando a lo intolerable la tranquilidad y el desenvolvimiento de la actividad citadina. Los llamados movimientos sociales protagonistas de estos hechos son los causantes del descenso del nivel socio-económico de La Paz en el país (4º o 5º lugar), después de haber liderado por décadas el progreso y el adelanto nacional.

Estos hechos son los responsables de la falta de trabajo y de la huida de la industria y de la actividad productiva hacia el interior o exterior. También tienen su cuota de culpabilidad los Poderes Públicos que fomentan y promueven tales manifestaciones.

A lo anterior se suma el comercio informal que crece con puestos de venta por generación espontánea, ocupando plazas y calles. A ojos vista este comercio se instala a modo de mercado persa desde el Prado hacia arriba, prácticamente hasta los límites con El Alto. Ante esta invasión de comercio menor tiene mucho por hacer la Alcaldía Municipal y, por supuesto, el público mal acostumbrado a comprar al paso. Ni qué decir del caótico transporte urbano prestador del peor servicio a los usuarios, sometidos al capricho y prepotencia de los conductores o chóferes. Asimismo deja mucho que desear el aseo de las calles en general y, en especial, el estado calamitoso de las aceras.

En el plano departamental, empezamos por la horrenda contaminación del lago Titicaca -apodado “Sagrado”- pero víctima de la irreverencia de las comunidades contiguas y del descuido desesperante de las autoridades. En el año 2015 se habló de 3.019 millones destinados a la descontaminación del Titicaca a cargo del Ministerio de Medio Ambiente. En junio de 2015 se limpió el río Katari, desde entonces esta acción cayó en olvido y nada se sabe de esa millonaria suma destinada al efecto. Seguramente no pasó de una postura propagandística.

La depredación del Illimani es otro capítulo plagado de afirmaciones del Gobierno de limpiarlo de la explotación irrestricta. Inclusive el ministro de Minería, César Navarro, amenazó con la confiscación de la producción y la maquinaria de las cooperativas, las cuales como aliadas del oficialismo operan a su libre albedrío en las faldas del Illimani. Las anunciadas inspecciones al lugar, si se realizaran, contarán con la presencia de las propias cooperativas, lo que las hará improductivas por el cogobierno que ejercen.

En fin, son como “aullidos a la luna” hablar del tristemente célebre abandono vial paceño. Algo hace con caminos vecinales provinciales la Gobernación, la que exhibe la menor asignación estatal. El departamento de La Paz es el menos favorecido con el IDH a pesar de ostentar el segundo lugar en población del país, empero espera que en el decantado Pacto Fiscal se pueda corregir tan lamentable situación, tanto sobre el IDH como en cuanto a la coparticipación tributaria, en la cual también los paceños llevamos la peor parte, aunque de los diputados y asambleístas paceños poco o nada se puede esperar, según vienen demostrándolo hasta la saciedad.