Haciendo una declaración incorrecta y más aún, por tratarse de un legislador, el senador René Joaquino declaró que “las aguas del manantial del Silala son de propiedad del Estado”, afirmación errónea y falsa a la vez y actualiza las negociaciones sobre ese recurso acuífero.
Al respecto, en primer lugar, es preciso reiterar que las aguas del Silala no son propiedad del Estado, sino de toda la Nación boliviana, vale decir de todo el pueblo boliviano sin excepción, como lo es de todos los yacimientos de riquezas naturales que existen en ella.
Esa falsa afirmación trae a colación el trámite judicial que se ventila en la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) sobre las aguas de dicho manantial. Al respecto, es necesario señalar oportunamente que la demanda de Chile es tramposa porque remite el caso a aspectos secundarios y olvida lo principal.
Esos argumentos los acaba de reiterar a la CIJ en seis volúmenes con más de tres mil páginas, con el respaldo de profesionales nativos y extranjeros que se esmeraron lo más posible en hacer una recopilación de datos empíricos y pragmáticos para conducir el tema con el fin de convencer a que la CIJ y la opinión pública internacional y así caigan en el error y, en esa forma, todo el mundo “pise el palito”.
Eso es tan cierto como la luz del día. Pero lo más notable del caso es que la Cancillería y otras ramas bolivianas han caído en la trampa o sea en un engaño, en la falsedad del plan estratégico de la Moneda y, al mismo tiempo, han perdido la perspectiva histórica y adoptado la posición empírica y pragmática de la Cancillería del Mapocho.
Como es sabido, la tesis chilena sostiene que las aguas son de un río y toda su argumentación gira en ese sentido, con datos anexos, es decir su argumento central es de carácter secundario y no se refiere a lo sustantivo y así ha adoptado un sentido contrario, o sea que el Silala no es río, terminando en esa forma en la posición de Santiago, vale decir en la estrategia de la parte contraria.
Vayamos al caso extremo que la CIJ se incline por la tesis chilena o sea que esas aguas son un río. Entonces, la nación boliviana y no solo el Estado, sufrirán una grave derrota, como lo fue en sentido cualitativo, como la pérdida del Litoral. Además, será una “solución” inapelable y definitiva que Santiago querrá hacer cumplir como dice su escudo “Por la razón o por la fuerza”, según se percibe por el curso de los acontecimientos y la marcha del conflicto.
Por supuesto, esa catástrofe sería producto de la mala administración de los bienes del Estado, pero, en particular, porque el asunto se ha limitado a una visión técnica, empírica y pragmática y no esencial del tema, problemas debidos a varias causas, que no es del caso citar.
En todo caso, considerando lo principal y no lo secundario o bien que lo anexo no arrastra lo principal, un Centro especializado en el asunto del Silala ha hecho conocer su opinión, pero ha recibido oídos sordos, lo que permite conjeturar que el final del camino solo podrá ser un abismo sin fondo.
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