“Para manejar cámara no se necesita universidad”

En criterio del comunicólogo Alfonso Gumucio Dagrón, la apertura de una carrera de cine en una universidad pública entraña un gran peligro, en razón a los conflictos internos que atraviesa, emergente del cogobierno y la pugna ideológica partidista lo que deviene en graves conflictos internos. "Habría 500 inscritos cuyo principal interés es tomar las cámaras y jugar con ellas sin saber muy bien para qué quieren hacer cine. Con tantos estudiantes la tarea sería imposible. La fascinación por la tecnología se llevaría por delante la necesidad de contar con estudios académicos que cumplan con las exigencias de investigación que toda universidad debería tener como objetivo, sostuvo.

"Para manejar una cámara no se necesita una universidad, sino, una escuela técnica. Hasta en la red (web) se pueden aprender las cuestiones técnicas. La universidad sirve para aprender a pensar", dijo.

APRENDER A PENSAR

Aclaró que estudiar esta disciplina, es mucho más que manejar la técnica: es aprender a pensar el cine y a reflexionar sobre su calidad de arte y la industria. Por ello una buena escuela o carrera de cine no es un lugar para aprender a manipular aparatos. "Algunos de nuestros cineastas han estudiado cine en el exterior en instituciones de educación superior con mucha tradición. Lo hizo Jorge Sanjinés en Chile, Antonio Eguino en Estados Unidos, Juan Carlos Valdivia en México, Marcos Loayza en Cuba, en la Escuela de San Antonio de Los Baños, donde también estudiaron cine muchos otros bolivianos de las nuevas generaciones".

Aseguró que Mela Márquez es la única boliviana que estudió en el Centro Sperimentale di Cinematografía, en Roma y él es el único boliviano que completó sus estudios en el Instituto de Altos Estudios Cinematográficos (IDHEC) en París. Armando Urioste lo hizo en Polonia en la Escuela Superior Estatal de Cine y Televisión en Lodz.

"Cuando estudié en el IDHEC éramos solamente 22 estudiantes en cada promoción, aunque la selección empezó con 600 postulantes y duró dos meses porque era un proceso que había que vencer por competencia, sin otra consideración que la capacidad individual", aseguró.