COMUNICABILIDADES
Hace unos días, caminando por el centro de La Paz… vi en la acera de enfrente a un amigo. Por causa del tráfico vehicular y el ruido circundante (además de la prisa que yo llevaba) apenas nos saludamos con un ademán. Sin embargo, noté que él quería decirme algo… pero yo no lograba escucharlo.
Entonces hizo un esfuerzo extra y ayudándose con las manos me gritó: ¡esta noche te voy a imelear!
“¿Qué?”… respondí azorado y me volvió a gritar: ¡esta noche te voy a imelear! Quedé estupefacto, atónito y patidifuso. La gente alrededor me miraba con sorpresa y (menos mal) el susodicho aclaró la figura gritando: ¡esta noche te voy a mandar un mail!
“Ah”… respiré aliviado, porque una cosa es que te digan que te van a enviar un mail (contracción de e-mail) y otra cosa es que te digan (en plena vía pública) que te van a “imelear”, que suena a otra cosa, ¿verdad?
Vivimos invadidos de nuevas palabras y términos (neologismos), pero también a diario se filtran palabras del inglés en el castellano (anglicismos), es algo a lo que tuvimos que acostumbrarnos porque toda la tecnología que viene del norte, también viene con su palabreja correspondiente.
Actualmente, el término e-mail (correo electrónico) es bastante común, pero convertirlo en verbo y conjugarlo (te voy a imelear) es incurrir en un barbarismo, lo mismo que “whatsapear”, “facebookear” o “googlear”, por poner algunos ejemplos.
Así que mi amigo (del cual no voy a decir su nombre) es un bárbaro del lenguaje, pero no es el único… son miles los que (a diario) deforman el lenguaje, lo subutilizan o lo anarquizan. ¡Esta es la posmodernidad… qué le vamos a hacer!
(*) Director ejecutivo de Xperticia. Empresa de Capacitación y Asesoramiento en Comunicación.
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