Un interesante análisis del socialismo étnico

En 2011 el distinguido catedrático de filosofía Carlos L. Bedregal Tarifa publicó un análisis del llamado “Socialismo étnico”, que todavía hoy puede ser leído con provecho. Este escrito es una reconstrucción y una crítica de algunos libros centrales que se ha elaborado sobre el Ejército Guerrillero Tupak Katari (EGTK). Sus autores han sido destacados miembros de esa organización, como es el caso de Felipe Quispe y de Álvaro García Linera. El autor considera también las muy interesantes publicaciones de Ayar Quispe, el hijo del famoso “Mallku”.

La crítica de Bedregal nos muestra que el EGTK ha generado una crónica pretendidamente heroica de este movimiento guerrillero, que según el autor ha sido desde el comienzo un emprendimiento absurdo. Las obras de García Linera son consideradas por este analista como una “mística de la egolatría”. Carlos Bedregal, partiendo de un marxismo crítico nos muestra los laberintos imaginarios de la historia que estas obras pueden crear. No hay duda de que se trata de la elaboración de un pensamiento fuertemente místico, que tiene la función totalmente legítima de explicarse a sí mismo el origen, las fuentes y la evolución del indianismo revolucionario.

En estos casos casi siempre emerge una función legitimatoria, que trata de justificar el movimiento guerrillero y sus actos, como si ellos correspondieran a una lógica histórica inexorable. Bedregal afirma que esta actitud teórica tiene una fuerte implicación práctica: los autores de estos libros han construido un “mesianismo armado”, que transforma a cada uno de ellos en un “aspirante a mártir”.

El autor llega a una primera conclusión: estos libros son un ejemplo de una ideología clásica en la terminología marxista, es decir constituyen procedimientos para instrumentalizar y disimular adecuadamente intenciones eminentemente prácticas como la toma del poder. Apoyado en el gran filósofo alemán Hegel, nuestro autor nos muestra cómo algunas tendencias del marxismo, precisamente las que hablan de las leyes reales de la evolución histórica, pueden convertirse en instrumentos de ocultamiento y manipulación de conciencias.

Bedregal reconoce que es muy difícil estructurar una historia de Bolivia que muestre una evolución hacia metas racionales o simplemente de acuerdo con leyes discernibles. Mencionando explícitamente a Alcides Arguedas y a Augusto Céspedes, nuestro autor supone que la construcción de una historia racional puede ser confundida con una apelación a la ética (Arguedas: “la historia no es sino la moral en acción”), o a un llamamiento a la acción revolucionaria con un barniz romántico (Céspedes y el enaltecimiento de los caudillos revolucionarios). Uno de los logros más interesantes de Bedregal son sus aseveraciones críticas con respecto a las obras de Augusto Céspedes y de René Zavaleta.

Bedregal ha descrito muy bien los “cercos ideológicos del Mallku”, que evidentemente han mostrado un tinte racista, o por lo menos un sesgo étnico-cultural que no condice con nuestra época moderna y con la estructura fundamentalmente multicultural y pluriétnica de la sociedad boliviana.

Finalmente el autor examina algunos escritos de García Linera que como propósito final tienen el auto-enaltecimiento de este autor con fines justificatorios demasiado evidentes. En una palabra estos escritos son ante todo (artefactos ideológicos) que deben ser tratados como tales.