Mauricio Medinaceli Monrroy
El pasado fin de semana visité el famoso “Camino de la Muerte” en Bolivia, específicamente, en la región llamada “Yungas”. Para los amigos de otros países, déjenme contarles que esta ruta recibe este nombre porque, hace muchos años atrás, ella (la ruta) era una carretera de “alto tráfico”, donde muchos accidentes de tránsito ocasionaron la muertes de decenas de miles (sí, decenas de miles) de personas… de ahí surge el nombre de “Camino de la Muerte”. Con el tiempo, construyeron una nueva carretera y ahora esta ruta está reservada para paseos en bicicleta… que no dejan de ser peligrosos, de hecho, ya en su nuevo papel de “ruta bicicletera” tiene (lastimosamente) en su haber varios accidentes.
En esta particular visita me enteré de una historia que no deja de ser triste. Los habitantes (comunarios) que viven alrededor del “Camino de la Muerte” decidieron cobrar un peaje a los ciclistas de paso; antes de renegar por ello, déjenme contarles que con este peaje compraron palas, volquetas y llevaron a los chicos al colegio… es decir, intentaron hacer las cosas bien (al menos, es eso lo que me contaron). El asunto es que el municipio “más grande” (Coroico) decidió que esos bienes deberían ser transferidos a ellos, es decir, les quitaron a los comunarios las pocas cosas que compraron (ojo, la fuente de esta historia está basada en los relatos de una parte del conflicto). País subdesarrollado al fin, en Bolivia vivimos arrebatando el centavo donde podemos.
En esta historia me gustaría realizar con ustedes un ejercicio mental. El “Camino de la Muerte” de pronto se convirtió en una fuente de recursos para la región, notable. Los peajes de 1 US$ para nacionales y 7 US$ para extranjeros nos hablan de un entendimiento perfecto de las leyes de mercado y la apropiación del excedente (para mis alumnos de Microeconomía). En este contexto, asuma que el municipio más grande, Coroico, decide darles más autonomía y les “deja” a los comunarios administrar sus propios recursos… ¿Razonable?, completamente. Quiénes mejor que los comunarios saben las necesidades de la ruta y los cuidados necesarios.
Pasa el tiempo y el municipio más grande, Coroico, ve que los comunarios (no olvide, es un ejercicio hipotético) incurren en actos de corrupción y el robo de recursos públicos es una constante. Ante ello, Coroico (el municipio más grande) decide aprobar una ley a través de la cual “alguien” de dicho municipio grande “vigile” los recursos de los comunarios… la solución por el desastre. En un afán por evitar la corrupción quitaron a los comunarios la posibilidad de ser independientes. ¿Cómo puede afectar ello? Pues, que en el futuro el delegado del municipio grande decide sobre la suerte de los comunarios.
¿Y para qué diablos sirve esta historia? Resulta que mientras Bolivia discute sobre un asalto sanguinario en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en el Congreso… perdón La Asamblea, se discute un proyecto de Ley que otorga la presidencia del directorio de YPFB al Ministro de Hidrocarburos. ¿Qué, qué, qué? Que el proyecto de Ley otorga al jefe del municipio grande control sobre los recursos de los comunarios… llame YPFB al “Camino de la Muerte”, Ministro de Hidrocarburos al delegado del municipio grande y directorio de YPFB a los comunarios y la analogía está completa. El Gobierno boliviano, en un afán por mostrar que controla la corrupción de la empresa estatal del petróleo nombra al Ministro de Hidrocarburos como presidente del directorio. ¿Por qué es malo esto? Porque si bien intenta frenar la corrupción, elimina la independencia de la estatal petrolera… la injerencia político-partidaria en dicha empresa ahora tiene las puertas abiertas. Como lo dije “la solución por el desastre”.
Mientras los bolivianos discutimos sobre la triste muerte de varias personas en Santa Cruz de la Sierra (lo que es completamente válido), el congreso… perdón, la Asamblea discute nuestro futuro.
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