Es ingenuo creer que deforestar no afecta al medioambiente

Hay criterios de políticos sobre medioambiente y deforestación que llegan al extremo de los absurdos. Un alto funcionario del gobierno ha expresado: “10 mil, 30 mil o 100 mil hectáreas deforestadas o la construcción de represas no afectan al medioambiente, porque Bolivia es el país que más árboles per cápita tiene y el que menos C02 emite”. El criterio fue emitido a raíz de la información en sentido de que el estudio ambientalista Mighty Earth señaló: “hay indicios de tala a gran escala por parte de agricultores brasileños y bolivianos que comercian soya con la multinacional estadounidense Cargill”.

La tala de árboles o deforestación a gran escala que se acostumbra hacer en países con extensas zonas boscosas o selváticas siempre es nociva para el medio ambiente; es, pues, ridículo expresar que 10, 30 o 100 mil hectáreas “no le hacen daño al medioambiente” y es nuestro país el que comprueba casi a diario cómo la deforestación de árboles de castaña y otras especies ricas en frutos y maderas causa estragos en zonas nororientales del país; cómo la destrucción de zonas forestales ocasiona serios perjuicios a campesinos, mata la fauna e inutiliza plantas medicinales necesarias.

Parecería que en política debe valer todo y hasta negar el daño que se hace con la deforestación que sería parte de “políticas constructivas” que, se dice, son componentes del diario vivir. Está comprobado que la deforestación ha privado de fuentes seguras de trabajo a miles de agricultores, que se han cerrado mercados de castaña y copados por el Brasil en perjuicio del gran empleo que significaba para pobladores de Beni y Pando. La deforestación en tren de conseguir “áreas cultivables” para la soya y otros productos no puede ni debe hacerse sacrificando lo que también es importante, como es el caso del cultivo de la castaña, una fuente de riqueza segura, permanente y rentable.

Según el diario New York Times, “Bolivia se propone deforestar cinco millones de hectáreas hasta 2025, para convertirlas en parcelas de cultivos de soya”. Una intención peregrina que causará muchos daños al país porque si bien la producción de soya es necesaria no debería cubrirse con la deforestación, especialmente si se tiene en cuenta que hay muchos espacios disponibles de tierra cultivable para la soya y otros productos. La anotada publicación titulada “La deforestación de la Amazonia” indica: “en Bolivia hay pocas protecciones forestales y la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra tiene responsabilidades que a veces chocan entres sí, como regular el uso de tierras, la agricultura y el dar las concesiones para cultivar y talar”.

El gobierno, al margen de suposiciones y criterios peregrinos, debería evitar deforestaciones que causan serios daños al país, especialmente a quienes adolecen de empleo y, además, a la producción de productos derivados de la castaña y que tienen mucha aceptación en el mundo.