Son 11 y más los años que Evo Morales Aima y Álvaro García Linera gobiernan Bolivia (2005-2017). Entraron con un discurso democrático, descolonizador, incluyente, etc., que el soberano les creyó, pero hasta ahora no se percibe cambio significativo que promueva su impronta: el cambio. Evo y sus ínfulas de “líder mundial” descarriaron su gobierno. Desde 2005 buscó “posicionar” su imagen como indígena. Para él “lo indio” fue factor de dignidad moral pero demostró lo contrario con el Fondioc. Es más, su avatar vino de la mano del referéndum del 21f que subestimó al soberano en su pretensión de modificar el art. 168 de la CPE para su re-reelección donde el 51,3% dijo No. Un No que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) institución “independiente” hará cumplir.
Evo Morales se enjutó de “indígena” y apeló a su nacimiento precario: en condiciones de pobreza y humildad, que lo devalúo por su aparente inclinación a la mitomanía (el indígena -real- no miente). Es más, las condiciones de “pobre o humilde” no lo habilitan automáticamente con calidad humana y actitud democrática. Desde un inicio, rechazó y apostó por las autonomías indígenas, “suavizó” su relación con los “separatistas” y la unión juvenil cruceñista, consolidó su maridaje con la agroindustria del oriente y la banca, frustró a los indígenas del TIPNIS, favoreció a los cocaleros chapareños con 7.700 Has de coca (ley 906). Intuitivo y “honesto” -fácil- con una “justicia podrida” pretende repetir la fallida elección de magistrados (2011), ¿el objetivo?, su re-reelección. Lee poco y exime la reflexión, por ello la muletilla: “no puedo entender”, desvirtúa el mar, edulcorando los “errores” (cuasi delictivos) de los “9 mártires”. Acepta la micro corrupción. Revaloriza la lealtad de la Conalcam sabiendo que le siguen por prebendas que le “endulzan” su antiimperialismo visceral reconociéndole como líder mundial.
Por su lado, García Linera -genuflexo a Evo- lo exalta con un “entreverado” lenguaje caricaturesco y un neologismo: el “evismo” y su tres “espejos”: 1) la “organización social”, 2) el “liderazgo indígena” y 3) el contenido populista del cambio. Promueve la “igualdad”, con estrategias envolventes, tensiones creativas (que pocos comprenden) más parece una zancadilla al poder. Busca una reconfiguración de poderes con las nuevas élites (burguesía neo-indígena que rechazan normas sociales, legales y tributarias). Es más, emulando a los chinos, pretende un capitalismo remozado –pero- sobre pilares oligárquicos de “viejo” cuño. Ante el probable fracaso del “poder”, con disimulo, se cura en sano y dice: el enemigo está en la plebe pobre y decepcionada copada por la oposición.
Evo y Álvaro García tienen la responsabilidad de cumplir al país respetando la CPE, la decisión del soberano que los inhabilitó. Tienen tiempo –hasta 2019- para reivindicarse, superar la desidia y dinamizar juicios ponderados y democráticos que des-tensionen la anomia en la que está atrapado el país. Pueden todavía, cumplir requerimientos cruciales: Salud, Educación y fuentes de trabajo. Eximir, la judicialización al disidente. Los bolivianos, tenemos derecho a elegir al candidatos que optemos (aunque sea del MAS) pero en libertad, sin sobresaltos, inseguridad, conflictos y constante incertidumbre. El soberano no es “infantil” que al toque de una artimaña cambian su voto. En fin, ellos son los que quieren re-re-reelegirse.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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