Tal es el poder de los fiscales en Bolivia que ha asombrado que Reynaldo Ramírez, sentenciado injustamente a 30 años de cárcel, hubiera recibido la gracia de su libertad por encima de fiscales y jueces venales, que lo condenaron para cumplir con las estadísticas que no mienten al decir que la retardación de justicia es atroz. A Ramírez lo sentenciaron sin tener las pruebas suficientes y gracias a que se presentó el verdadero autor del crimen, los todopoderosos no tuvieron más remedio que abrirle la celda.
La gente se pregunta que si a Ramírez lo condenaron sin pruebas a 30 años de prisión sin derecho de indulto, qué les espera a otros inocentes cautivos. Es el caso de los cruceños que, desde hace más de ocho años, están bajo prisión, sin sentencia, absurdamente acusados por separatismo y terrorismo, aunque los cargos de separatismo habrían sido retirados por tratarse de una absoluta estupidez.
Para nadie es un secreto que todo el tema del separatismo-terrorismo fue armado por el Gobierno; que S.E. y la “inteligencia” del Estado habían decidido la suerte tres presuntos mercenarios y con eso desbaratar a la dirigencia cruceña reacia al dominio masista. Eso lo sabe el país entero y lo conoce muy bien la comunidad internacional, con mayor razón ahora, con la publicación del contundente libro “Labrado en la Memoria” del periodista Harold Olmos y antes por las valiosas publicaciones de Carlos Valverde.
Pero el empecinamiento de los fiscales continúa, aunque fiscales y jueces huyan al exterior cada cierto tiempo cuando desobedecen al Gobierno que los ha designado a dedo, fingiendo que han sido elegidos en elecciones populares. Sabemos que antes la justicia no era nada ejemplar, pero lo que sucede ahora con el reino del “fiscalato” es tremendo, porque a quien un fiscal cite a declarar, si no es amigo del Gobierno, más le vale ir con su cepillo de dientes y su pijama.
La sufrida madre de Zvonko Matkovic Ribera, le ha pedido al Ministro de Justicia que luego de más de siete años sin sentencia, cese la prisión preventiva de su hijo. No ha pedido ningún perdón porque no cabe, sino que Zvonko pueda defenderse en libertad. El Ministro no ha tenido mejor idea que decir que el caso de Ramírez no es igual al de Matkovic, “…porque, pese al tiempo transcurrido, debe castigarse a los culpables de amenazar la integridad del país”. Quiere decir que la acusación de separatismo contra los cruceños sigue siendo el arma infame y artera de los masistas y los fiscales sus ejecutores.
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