Como subrayando o cargando las tintas sobre lo hecho por su antecesor, el canciller Fernando Huanacuni ofrece al país más de lo mismo en el campo diplomático. Así lo demuestra la última designación de embajadores en Francia y Colombia. En la primera, el general Gonzalo Durán, ex Comandante de la Fuerza Aérea y en el segundo Estado a Edmundo Polo, minero y diputado del MAS. Durán confronta denuncias de sobreprecios en la compra de motores, repuestos, etc., tanto para el TAM como en la Fuerza Aérea. Los anteriores nombramientos de Huanacuni no fueron distintos, se trata de ex funcionarios del Gobierno y entre ellos del ex ministro de la Presidencia, Juan Ramón de la Quintana, todos ellos sin atisbo de carrera diplomática ni méritos, aparte de ser militantes del MAS. Estos escogidos fueron considerados aptos para las delicadas funciones diplomáticas con un simple cursillo de 30 días.
A la vista tenemos casos de favoritismo sectario en unos casos y en lo que hace a militares una especie de testimonio de que su lealtad al régimen será retribuida con creces. Un modo de decir a la clase militar que su obsecuencia tendrá un final feliz, pues en la diplomacia no son pocos los militares de distintas armas. Que lo menos importante es la preparación de estos actores, lo tenemos en el minero promovido a embajador o en el piloto militar, quienes por su oficio o dedicación carecen de un adecuado desempeño al frente de embajadas.
El cuerpo diplomático y consular acreditado en el extranjero es la imagen y la carta de presentación de nuestro país. Los actos buenos o malos que realicen en el ejercicio de su función dejarán impresa la calidad del país que representan, de ahí el esmero que merecen estas designaciones. Inclusive su educación en el trato con sus pares, con los niveles estatales, la prensa, etc.
Sin duda, ya tenemos suficiente con representantes nominados por motivos raciales y gratificaciones de fondo ideológico político. Hace 10 años si no se tenía personal diplomático con la excelencia óptima, se hizo esfuerzos formativos en la Academia Diplomática, después de haber obtenido título profesional en carreras afines y dominar por lo menos otro idioma. Estos esfuerzos son desechados por completo y carecemos de profesionalismo en la materia. Se esperaba que el nuevo Canciller imprimiera una debida orientación en el rubro, si bien estamos conscientes de que es el presidente del Estado el director primario de las relaciones internacionales.
Dos son las principales funciones de nuestros representantes en el exterior: 1º Promover acuerdos comerciales y económicos con miras de ampliar la oferta nacional de exportación, y 2º Hacer conocer los valores históricos nacionales, destacando, por ejemplo, la contribución boliviana a la emancipación latinoamericana, hecho histórico ignorado más allá de nuestras fronteras. Otro tanto ocurre con nuestros escritores, poetas y exponentes culturales en general, desconocidos en absoluto a nivel internacional. En suma, ser difusores de la cultura nacional en términos plurales, además de, por supuesto, difundir con solidez intelectual la reivindicación marítima boliviana, tema que no posee satisfactoriamente el ciudadano común.
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