Los datos genéricos acerca del derrumbe de la producción agropecuaria del país pueden conducir a conclusiones indefinidas destinadas a crear confusión en la opinión pública. Pero los datos concretos conducen a la población a tener una noción más clara de lo que está ocurriendo con la agricultura nacional y, por tanto, adoptar las decisiones necesarias.
Hace pocos días se informó sobre la caída de la producción de trigo en la región oriental, sin que se hubiese informado acerca del derrumbe de la producción de ese grano en la región andina, caída que llega hasta el nivel más bajo conocido en la historia del país, según especialistas en la materia.
Ahora se informó que, además de ese problema triguero, los mercados públicos de las principales capitales del país están registrando notable caída del abastecimiento de verduras (tomate, cebolla, abeja, papa, fruta) con el consiguiente aumento de precios para el consumidor, puntos de referencia suficientes para confirmar que la agricultura nacional atraviesa una situación preocupante que requiere urgente asistencia de las autoridades, de tal forma de evitar, más a corto que a largo plazo, una situación tan delicada como la que sufren países que olvidaron la cuestión agraria y se dedicaron a importar alimentos para cubrir la escasez.
Ese irregular estado de cosas adquiere mayor gravedad, a partir del momento en que la importación de alimentos ha ido creciendo en forma notable desde el año 2007 y ahora el país compra por más de 50 millones de dólares para atender los mercados de consumo, única forma de evitar la protesta popular y prever consecuencias políticas, producto natural de los momentos en que las masas populares empiezan a sufrir por escasez de alimentos. Es más, esa situación adquiere mayor gravedad desde el momento en que, además de las compras estatales de alimentos, el contrabando de esos productos ha llegado a un nivel considerable y, posiblemente, significa una suma de divisas igual o mayor que las importaciones oficiales. Al respecto, la Fundación Jubileo informó que solo en el primer bimestre de este año las compras oficiales de alimentos al exterior llegaron a los 108 millones de dólares, suma a la que no se añade el valor del contrabando.
Pero mientras las informaciones remarcan que las superficies de cultivos de alimentos caen en forma sostenida, las áreas de cultivo de la hoja de coca siguen creciendo, en particular en los Yungas de La Paz y recientemente en la reserva del Tipnis y el norte de La Paz. Al respecto, una dependencia especializada de las Naciones Unidas informó que los cultivos de la hoja de coca subieron entre los dos años anteriores en 17 por ciento. En forma específica esa entidad internacional informó que mientras en 2015 las hectáreas de cultivos de coca llegaron a 20.200, en 2016 llegaron a 23.1000.
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