Ajustes impositivos a la economía del pueblo


 

La cada vez menor percepción de dinero por la caída de los precios del gas y por la reducción en la cantidad de ventas del producto al Brasil y la Argentina, ha creado en el gobierno complejos y preocupaciones para saber qué puede hacer para reemplazar esa menor cantidad de dinero y, como medida salvadora, ha recurrido a la medida de incrementar impuestos y con ellos multas y recargos por diversos motivos; en algunos casos se llega a la judicialización de las deudas, hasta que sean honradas.

Toda política económica que obedece solamente a la urgencia de cubrir necesidades, siempre es contraria al pueblo y, además, es muestra de que todo se hace por las vías de la improvisación, de sacar remedios de donde sea y de improvisar soluciones sin pensar en las consecuencias. Los ajustes impositivos al pueblo si bien cubrirán las necesidades del gobierno, son contrarias a principios elementales de respeto y consideración a ese mismo pueblo, porque todo ajuste impositivo es cargado al precio de lo que se vende y es la población la que cubre esas imposiciones.

La pobreza, mal endémico de nuestra población, con el incremento de impuestos tiende a crecer peligrosamente porque acentúa la crisis y resta perspectivas de solución a los diversos problemas. El pueblo muchas veces actúa con resignación, tanto porque ignora las consecuencias de lo que se le enrostra o cree que con paliativos sin mayor importancia, mediante incrementos salariales u otorgación de bonos, habrá las compensaciones debidas; falsa posición porque todo impuesto incrementado daña la economía del hogar; todo producto o servicio que es de consumo o uso del pueblo sube en sus cotizaciones y encarece el costo de vida; toda alteración financiera en los ingresos acelera los ritmos inflacionarios; sueldos acelerados en relación con su poder adquisitivo disminuyen su capacidad o valor de compra porque lo que ayer costó 10 se convierte en 15 o 20, según lo que cueste lo comprado o lo usado.

Es casi normal que ante todo incremento de impuestos a lo que se produce y vende, automáticamente la “viveza” del comercio lo carga en mayor proporción a lo que vende al mercado; esto implica que los costos de lo usado o consumido por el pueblo aumenta mucho más de valor. Lamentablemente, parece que el gobierno nada de esto toma en cuenta y considera que si hay, por ejemplo, un aumento de impuestos del 3% al consumo de energía eléctrica, el que produce artículos de uso o consumo o el que presta servicios aumentará lo que vende en la misma proporción y no es así.

Un gobierno pobre y dependiente como es el nuestro o, mejor dicho, como ha quedado el nuestro tanto por los precios bajos del gas como por las menores ventas al Brasil y la Argentina del poco gas que nos queda, debería estudiar formas y medios para alcanzar mayores ingresos y no descargar la cobertura de sus necesidades en el pueblo mediante aumento de impuestos o creación de nuevos.

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