Un secreto a voces: Morales ya no es garantía

El presidente Evo Morales se debate entre sus deseos de eternidad y una realidad que resulta cada vez menos soslayable: aun si pasara por encima del estado de derecho y forzara una nueva habilitación para volver a postularse, la posibilidad de ganar se ve cada vez más distante.

En el MAS hay quienes ya lo saben y observan con obvia preocupación, pero aun así nadie está dispuesto a correr el albur de plantearlo al mandatario, dadas las consecuencias lapidarias que por una confesión tal podrían venírsele encima.

Entre quienes frecuentan la plaza Murillo los hay que sospechan que el propio jefe sabe que así como un día los astros estuvieron alineados a su favor, hoy le resultan esquivos por factores que van desde el martilleo incesante de la corrupción hasta la caída en picada de los ingresos del gas. Por no hablar de su autoritarismo o su apoyo a Nicolás Maduro.

Hay quienes incluso dicen que Morales no habla en privado con entusiasmo sobre una nueva posible reelección. En público menciona esa posibilidad, pero con menos fervor y convicción que hace unos meses, cuando quiso endilgar su derrota al “cártel de la mentira”. Una maniobra que posiblemente terminó costándole más cara que el silencio.

En el MAS, los hay también que consideran necesario buscar un nombre que pudiera tomar la posta por otros cinco años. Pero es tal la desconfianza en el Quemado que más de uno considera que si Morales se fuera a su chaco por un lustro y ganara otro masista, éste podría encargarse de que el líder cocalero se viera envuelto en procesos judiciales interminables.

Esa posibilidad parece ser la causa de los desvelos del propio Morales que, mientras tanto y entre tanto, busca afanosamente fortalecer su figura de dueño de los destinos del partido y del país, desde donde su suerte lo remita y permita.

Research & Metrics, empresa afiliada a organizaciones de procesamiento de información masiva (Big Data) del primer mundo, ha podido trazar con precisión milimétrica cómo es que opera el evismo para lograr que el mandatario esté siempre en vigencia en la “internetósfera”.

La firma ha identificado que desde Venezuela actuaría una gran red conformada por entusiastas y/o empleados, siempre los mismos, que rebotan inmediatamente todo cuanto los ghost writers (escritores contratados) envían desde la cuenta de Twitter de Morales, de modo que su nombre y su mensaje sea omnipresente.

Mediante su tecnología informática de punta se puede apreciar como un organismo vivo lo que ocurre día a día con cada mensaje enviado desde la cuenta presidencial, y cómo de inmediato se forman círculos y tienden puentes entre ellos hasta formar una mancha redonda vinculada con otros satélites menos grandes. Los contornos y límites del entramado son casi perfectos.

¿Qué significa esto? Que se trata de un aparato bien orquestado con cuentas IP que se repiten y que terminan formando algo así como woofers (parlantes) de amplificación, siempre con el mismo trazado, siempre desde los mismos círculos al servicio de la causa los siete días de la semana.

Pero esa misma tecnología, que permite captar afectos y desafectos porque ausculta entre más de 235.929 conversaciones públicas mensuales en las redes y publicaciones online, trae muy malas noticias para Morales: su popularidad cae mes a mes, de forma inversamente proporcional al crecimiento de los sentimientos negativos hacia él.

Así, en junio, Morales, que por más esfuerzos que pueda hacer no podrá (como nadie) controlar las redes, tiene un 60 por ciento de presencia en las charlas sobre Bolivia, pero de ese porcentaje el 63% emite comentarios adversos hacia él.

Al presidente, entonces, no debería importarle tanto su omnipresencia online, sino las veces en que su nombre es vinculado a crisis, fracaso y corrupción que la enorme red que no controla repite. Esta vez de forma espontánea, sin guión ni financiamiento ni call centers extranjeros.