Cómo será la orfandad de los ciudadanos en Santa Cruz -y en toda Bolivia- que hasta una población tan laboriosa y pacífica como la de los menonitas, absolutos respetuosos de la paz, se han visto en la obligación de salir en defensa de su seguridad ante la presencia de bandidos en su zona. Los menonitas están establecidos en Santa Cruz desde hace más de medio siglo porque les fueron otorgadas tierras a bajo costo y sobre todo garantías. Últimamente, hasta alguna gente del Gobierno ha querido abusar de la pasividad de esas colonias de agricultores, y claro, no podían faltar los delincuentes comunes también.
Jamás los menonitas han tomado la justicia por mano propia, como son los linchamientos que vemos frecuentemente en varias regiones del país. Ellos tienen sus propios códigos de conducta y castigan con rigor a quienes violan el buen comportamiento que mandan sus leyes establecidas desde hace siglos. Pero nunca pasarán por encima de la justicia boliviana ni ignorarán a la policía si se produce algún inconveniente grave con personas ajenas a su colonia. Los seguidores de Menno Simons sí tienen una cultura de la paz auténtica y no propagandística.
Cómo será la desesperación en que vive esta gente honrada, que hace unos días, en la zona de Basilio, carretera a Camiri, un grupo de menonitas tuvo una participación decisiva en la captura de dos malhechores que fueron sorprendidos robando en una tienda de abarrotes y que emprendieron la fuga en un automóvil. Avisados de la situación, obstruyeron el camino atravesando un tractor en la ruta que impidió el paso de los fugitivos, pero, además, presa de la ira, los menonitas voltearon el vehículo de los maleantes, lo que resulta algo insólito.
Este es un caso único y por eso vale la pena destacarlo. A qué extremos llegará la inseguridad en Santa Cruz, que los delincuentes no solo asaltan una joyería en el centro de la ciudad con ánimo de matar, no solo sorprenden a los transeúntes para despojarlos además de golpearlos, sino que también actúan en lugares rurales, seguros de que ahí la acción de la policía es imposible. Sin embargo, es la gente del lugar, hombres pacíficos, quienes actúan conjuntamente porque se han dado cuenta de que es necesaria una defensa colectiva para detener a las pandillas de ladrones o de narcos. Haber colmado la paciencia de las personas más pacíficas del mundo para obligarlas a actuar, es que la delincuencia ha sobrepasado toda medida, que se ha llegado al extremo.
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