La visita de un candidato presidencial de Chile y la reunión del Comité de Fronteras del pasado 25 de julio, ha dado pie a sobredimensionarlas como un acercamiento mutuo sobre el tema marítimo, según expresiones oficiales y especulaciones de algunos medios. La reunión binacional en Santa Cruz no ha ido más allá de los temas fronterizos, aduaneros, de trasporte marítimo y algún otro, pero que si bien se realiza desde años atrás, se limitó a dichos asuntos estrictamente técnicos, como no podía ser de otra manera.
En concreto, en entrevista del candidato Marco Enríquez Ominami con el presidente Evo Morales en Palacio de Gobierno, el primero planteó que si es elegido presidente de Chile levantaría la demanda sobre el Silala y que Bolivia levantaría la acción marítima en La Haya a fin de establecer el diálogo pertinente. El Jefe del Estado reconoce haber respondido que si mediara “un diálogo sincero, con plazos y garantes” la demanda se paralizaría para iniciar una negociación directa.
Al día siguiente, 28 de julio, Evo Morales volvió sobre sus pasos y en conferencia de prensa y por twitter dijo que la demanda seguirá su curso inalterable en el tribunal internacional de La Haya, desechando la propuesta inicialmente aceptada. En Chile, de inmediato, el acto fue calificado como “mediático” por el aspirante Enríquez Ominami, quien apenas obtiene el 1% de apoyo electoral.
El tema marítimo planteado judicialmente debería ajustarse a una política de Estado y no fluctuar ni caer en una inestabilidad alejada de la seriedad del caso. Esto ocurre cuando se alterna la petición de diálogo con duras críticas, menos puede prestarse a requerimientos de un personaje carente de toda credencial política y congruente. Se trata de una concesión ingenua y de inadecuada deferencia, tanto más si las autoridades del Mapocho sistemáticamente han negado tratar el tema fuera del tribunal que asumió conocimiento. Es más, hace poco la presidenta Michelle Bachelet manifestó que nadie puede obligar a su país a ceder territorio.
Al presente las partes no tienen otra opción que “estar a las resultas” de la decisión de la alta magistratura internacional, sea en uno u otro sentido. Hasta el momento la situación parece evolucionar favorablemente para el país y así debemos esperarlo. Al mismo tiempo, se debe descartar cualquier afán de promoción personal mediante actos como el señalado, que sumados a los seguidos viajes internacionales presidenciales dan pie a una sugestión semejante.
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